Todo viene del Sol

 Andar es pisar el mundo, así se revelan a las plantas de nuestros pies, lugares diversos de sendos ríos, de rocas hirientes, de intensos follajes, y hasta lugares fríos donde los pinos se rascan la neblina. Caminar humeando inciensos, rociando aguas, comiendo las naranjas que ofrece el camino. 

Caminar, saltar fronteras, abrir los brazos, coreando rezos y danzando al ritmo de tambores y sonajas, de silbatos y caparazones de tortuga, que vibran en sonidos y envuelven el estar en una aura de paz. 

Pienso mi vida en la ciudad y las imágenes danzan y se van lejos, me llega otro recuerdo y se diluye en el follaje.

Huelen los árboles, sueltan sus humores entre los polvos que transporta el viento, ahí la mariposa aletea y deja notas de su aroma que se funde con la orina de los coyotes que marcan sus linderos, todo huele y lo respira el caminante que se torna infatigable.

“Quiero aprender a andar sin prisa” me digo a mi mismo. Luego la cabeza se duerme, avanzamos. 

Allá los cerros, con su tapadera de nubes. Vuelvo a mis pasos, caminar es asumir que todo es ritmo, que todo es danza. Se danza entre alacranes y serpientes, entre rosas espinosas y colibríes, entre los sonidos del agua y visiones lejanas donde el azul del mar aquieta y el aire susurra sus ventiscas al oído. 

- Buenas tardes. -Dice un hombre que carga un atado de varas a horcajadas.

- Buenas tardes –respondemos.

- ¿Usted cree que llueva? Preguntamos.

- Ahí viene el agua al rato, así es aquí… Está bonita esa bandera que traen.- Dice elevando la mirada. – Brillan harto los colores.- Comenta con una sonrisa chimuela.

- Pues la traemos siempre en los caminos, si no se la regalábamos. –responde Colibrí.

- Y ¿hasta donde van ustedes? Si se puede saber.

- Vamos a la pirámide, ¿nos falta mucho?

- Ahí síganse, ya mero llegan.- Y el hombre se empieza a ir. - Soy Filemón Roldán pá servirles, ahí síganse hasta que lleguen.

Y se va don Filemón seguido de un perrito que va olfateando el sendero. 

Suena Izcy el caracol al viento, llegamos a un puente, lo cruzamos ¡Booom! Grita Dorian, seguimos avanzando, nos perdemos en un recodo, está nublado.

La bandera se moja con la lluvia, ¿cuántas veces ha caminado los senderos? me pregunto, cuantas veces portada por; indígenas, criollos y blancos, todos mexicanos. Cuantas veces ante los Franceses, Norteamericanos y Españoles. Entre el ruido ensordecedor del cañón, entre el filo de las espadas, en un navío tambaleante o portada por un jinete. “No quisiera ir a la guerra” comenta mi otro yo, yo tampoco le contesto y bebo un poco de agua. 

Una hora después nos detenemos ante un enorme árbol, comentamos que es buen lugar para hacer una meditación. Algunos se quitan el sombrero, yo empino el agua de la botella sobre mi rostro, nos miramos y empieza a sonar un silencio, ese que detiene la carrera del pensamiento, un rayo de sol traspasa las nubes.

– Todo viene del sol me dice Izcy. – Les pido poner atención a la coronilla como antenas receptoras del rayo solar, mis amigos cierran los ojos, nos  invade una certeza de unidad con el todo, respiro al tiempo que mantengo la atención en la parte superior de mi cabeza. – Atención a las plantas de los pies, pronuncio, y al contacto con la tierra… si es posible quítate los zapatos… pasan los ratos, solo se oye el zumbar de los insectos. 

– Atención a tu corazón, une en él la energía percibida en los pies y la coronilla. Los corazones se incendian de amor, mis labios pronuncian un ”OM” me doy cuenta que mis hermanos están también mantralizando, pasan uno o dos minutos y entonces ocurre que los millones de insectos entre el bosque, suenan emparejándose a nuestro mantra.

Autores: Guadalupe García, Enrique Quezadas, César González 'El Siervo', Adriana Morales 'Witzilin'