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Samaritanos y ciber-ladrones

2021-03-29 | 08:01 a.m.
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Como cualquier mortal que se respete usted tiene un correo electrónico. Y… ¿no le llegan promociones? ¿Sí? Vuelos, hoteles, ropa, zapatos, libros y muchas otras cosas que, como cantaba la Gatita Blanca, María Conesa, no se han de repetir.

Bueno, pues tenga cuidado. Si a su correo llegan avisos de la macro tienda de Jeff Bezzos no haga caso, al parecer algunos graciosos han jaqueado algunas cuentas de Amazon y no pocos teléfonos le avisan ¡divina inocencia!, que tiene usted un regalo.

No haga caso, se trata de un dardo envenenado, de una cajita llena de virus o del robo de sus datos personales o del vaciado de su cuenta bancaria.

Porque, ya se sabe, la estafa es un modos vivendi como cualquiera, salvo en el hecho que se asienta en la ilegalidad. Y por justos, pagan pecadores, y uno que otro inocente.

La historia es simple y es real: tarde de cualquier día de la semana; pandemia, tiempos propicios para la bondad, la quincena recién había sido… En una de esas tantas bonitas y benditas redes sociales –ajá— una persona posteó una petición conmovedora:

La familia de un menor solicitaba ayuda para una operación complicada quirúrgica y financieramente; la cosa era de vida o muerte, no había mañana.

Alguien, a quién llamaremos Buen Samaritano, se conmovió –no diremos que hasta las lágrimas, pero se conmovió—. Contactó a la familia solicitante a través de un mensaje y ni tardo ni perezoso, nuestros feliz amigo, orgulloso de hacer el bien, transfirió una cantidad “X” en afán de colaborar con esta familia, con el pequeño beneficiario del apoyo y todo ello en aras y afán de paliar tanto sufrimiento, porque, ¡carambas!, el mundo se ensaña con aquellos que… bla, bla, bla.

La madre del menor agradeció el gesto y Buen Samaritano, según contó esta semana en un correo electrónico, le dijo que lo que hacía una mano, no tenía porque saberlo la otra. Luego del donativo, la cuenta aun circuló dos o tres días. Luego, Buen Samaritano descubrió que tenía un seguidor menos, y 96 horas después del donativo, un intento de fraude, ahora si burdo y descarado, resonó en el sistema de alertas de su teléfono.

Buen Samaritano sonrió y dedujo que, ¡divina inocencia!, se había puesto de pechito para que le vaciaran una vez más la cuenta del banco. A diferencia de la vez anterior, los ciber-ladrones no llegaron a ningún lado; Buen Samaritano sabe ahora cómo meter sus centavos debajo del colchón de su tarjeta, pero de que hay gente así, hay gente así, que como el Benito de Serrat, “matarían a su madre por un porrón de vino”.

Así que tenga cuidado. En el mundo real y el virtual circulan cualquier cantidad de soberanos jijos de mil.

***

La pandemia sigue. #UseCubrebocas, #QuédeseEnCasa y #GuardeSanaDistancia. Con vacuna o sin ella, no baje la guardia.

Comentarios: veracruz1230pm@gmail.com

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