Los que escriben la historia, y los que reconocen la labor de los que escriben, en lo más sublime de la vida humana, honrar como lo hace el Club de Periodistas de México a través de su presidenta Celeste Sáenz de Miera, y de Uriel Rosas Martínez, que hacen entrega del Premio Nacional de Periodismo y la Medalla respectiva por Trayectoria Profesional al maestro José Pablo Robles Martínez, adalid del periodismo en este país, y defensor de la libertad de expresión, la pluralidad mediática y de una lucha incansable en contra de la censura férrea, que desde siempre se ha pretendido hacer desde el poder político.
Don José Pablo Robles Martínez, testigo fiel de la modernidad y del paso a la era del ciberespacio en los medios de comunicación en el trance de dos milenios, que le ha tocado ser parte de forjar un legado histórico que para el Club de Periodistas de México, hoy con Celeste Sáenz de Miera, y cercano amigo de don Antonio Sáenz de Miera, ambos forjadores de una lucha tradicional en este país en igual forma de la libertad de expresión, el derecho a la información, pero más aún la osada organización en el mundo, constituida en plena defensora de las garantías de todos los periodistas.
Hablar de la trayectoria profesional del licenciado en periodismo de la Universidad Veracruzana, José Pablo Robles Martínez, es la de un ejemplo como ser humano, lleno de sabiduría que generoso ha compartido con todas las legiones de egresados de las instituciones universitarias de periodismo en México, sin excepción, como un maestro como Jesús.
Pero también, como un creativo como Da Vinci, o un Niño inquieto, como Salvador Dalí, o simplemente un David Alfaro Siqueiros, que ha podido plasmar toda una obra en los corazones de sus alumnos, discípulos, pares, colegas, compañeros o amigos, dice su exalumno Valente Rodríguez Ariza, a quien ve de Robles Martínez como un ser “amistoso y comprensivo”, entre los muchos valores humanos de quien ha dedicado toda su vida al periodismo y a la docencia en las aulas de diversos campus de las principales universidades en todo el orbe, como un Diego Rivera, lleno de sensibilidad, o el espíritu indómito de periodista de su gran amigo don Francisco Martínez de la Vega.
La incondicionalidad de siempre importante a la labor difícil del periodista con los riesgos y satisfacciones, por el apoyo y el impulso vital, que no se puede dejar pasar de: Roselia, Pablo, Héctor, Javier, Mónica, Laura y Jair. Inolvidables con cálida y cariñosa presencia.
Robles Martínez, es historia viviente del periodismo en el mundo, como reportero, escritor, corresponsal de guerra, y también como el maestro que desde una jefatura de redacción con tipógrafo en mano, siempre fue consultado desde las más importantes oficinas de gobernación y de prensa, por quienes se querían anticipar a conocer la nota de ocho columnas del otro día en la capital del país, que seguramente podía cimbrar a las estructuras políticas, aún más que el sismo del 19 de diciembre de 1985, a ese nivel la importancia de su creatividad y responsabilidad al frente de un medio informativo.
La respuesta siempre del hombre que nunca ha creído en la teoría del Cuarto Poder de la Prensa, y por el contrario, dice del periodismo como un apostolado, y una labor que sirve para elevar la voz en defensa de las causas nobles, y aún más darle voz a los sin voz, a los pobres, desamparados y a todos aquellos que a lo largo de su carrera se han podido ver como él frente a la maquinaria del poder oficial que como aplanadora, ha pretendido pasar por encima de propios y extraños, pero con la pluma en prenda o en la mano, se ha tenido que poner frente a todo el aparato del Estado, para insistir sobre la legalidad, la justicia, la equidad o simplemente en la defensa de los otros, los desposeídos, y con esa camisa de humildad y sencillez así ha sido su vida.
El ejemplo de carácter del temple, con ironía mordaz, o la agudeza de saber escuchar, hablar con voz suave pero muy firme, recorrer el mundo y sufrir de persecución desde el poder, y no sucumbir ante nada, sin miedo o temor a nadie, con la frente en alto, con las velas desplegadas, hoy sigue en su vida de trascendencia en el oficio más antiguo, no de maldad, sino el más antiguo que se ha pretendido acallar desde los griegos con la oratoria, y los del imperio romano con el pan y circo, cuando personajes como él hacen válida, aquella vieja frase de que “la voz del pueblo, es la voz de Dios”.
Éxito maestro, este homenaje y merecido premio, fue gracias al Club de Periodistas de México que, con Celeste Sáenz de Miera en todo el país y Uriel Rosas Martínez, en el estado, estoicos y ejemplares siguen al Pie de la Letra, como lo diría el columnista y colega Raymundo Jiménez como un legado de don Antonio Sáenz de Miera.
También, el reconocimiento al colega, amigo, periodista y excelso columnista, Cecilio García Cruz, como un distinguido ex alumno del maestro Robles Martínez, y de una generación de prodigios del periodismo entre los que destacan Francisco Blanco Calderón, Ignacio Oropeza, Luis Velázquez, Miguel Guevara, Isabel Zamorano, Ana Cristina Peláez, Othón y Ada Hernández, Guillermo Wong, José Luis Cerdán, Elvira Santamaría, y muchos más que escapan a la memoria, pero que son parte de esta historia de vida por dedicar al periodismo ese gran legado que deja huella, a pesar del paso del tiempo, que dicen que no perdona, pero en la realidad, a los grandes personajes universales les da la inmortalidad.
Felicidades don José Pablo Robles Martínez, larga vida al maestro con cariño, de su familia, de todos sus amigos, compañeros de lucha y colegas. Así las cosas.
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