Después de haber superado la primera prueba, los caminantes siguieron fortaleciendo su conexión con los valores universales necesarios para restablecer el orden de entre el caos. Los caminantes continuaron ofrendado su pasos al camino, sin titubeo alguno, pero ya cansados, eran las 4:00 de la madrugada y seguían atravesando las calles de aquellas colonias en donde a veces la resulta ríspida.
Pasaron por un parque donde pernoctaban más de cincuenta personas en situación de calle, durmiendo sobre sus cartones, algunos cubiertos por sus frazadas y cobijas, y otros sólo tenían los mismos cartones para resguardarse del frío, una imagen especialmente cruda en una noche que se sentía un frio tan intenso que calaba en todo el cuerpo. La empatía en los caminantes se acrecentaba que fácilmente a Colibrí se le brotaban lágrimas silenciosas ya que contemplaba y sentía las situaciones que muchas personas viven día a día.
Caminaros casi dos kilómetros más hasta que lograron sentir por fin bajo sus pies el epicentro de la Gran Mexiko Tenochtitlán, lugar emblemático donde se conjuntan muchos sucesos marcados por la consciencia colectiva. Al llegar al Zócalo hicieron sonar los caracoles, ofrendaron gotas de agua, esparcieron chocolate, dulces y tabaco en polvo, vertieron más copal al fuego y sus corazones contentos saludaron a la esencia de Mexiko Tenochtitlán e hicieron ondear la bandera con especial jubilo.
El amanecer aún iba a tomarse un poco más de tiempo en llegar, y coincidentemente afuera del Templo Mayor se encontraron a unos danzantes concheros que llevaban toda la noche en velación, cantando cantos de tradición, tocando sus conchas, con un tlalmanalli (ofrenda) y las velas estaban encendidas mientras esperaban el amanecer. Qué sorpresa tan grande era ver a aquellos osados danzantes concheros, guardianes de la tradición, velando a pie del Templo Mayor para reconectarse como siempre con los ciclos cósmicos.
En medio de ese ritual los caminantes se acercaron con delicadeza al Templo Mayor para entretejer sus pasos con el pasado milenario lleno de sabiduría y un presente ávido de ella. Justo en el cenit de la madrugada dos estrellas fugaces aparecieron recordándoles que los deseos pueden ser cumplidos. Los sentimientos del corazón de México serían la semilla que años después se convirtiera en el renacimiento mexicano.
Al Alba comenzó el tráfico, el bullicio y el movimiento de la capital más grande de latinoamérica, los caminantes tenían que continuar su misión y su siguiente ofrenda la tendrían que realizar en Tlatelolco, lugar emblemático. Para ello cruzarían por la calle Madero y mientras ellos salían del zócalo, una gran manifestación de miles de maestros venía en contra corriente. Su arenga era la oposición a la reforma educativa, los maestros permanecieron durante meses acampando en la plancha del zócalo para que se atendiera sus demandas. Mientras los caminantes pasaban en contra sentido, muchos maestros se personaban al ver la comitiva con su estandarte y rodeada por los elementos.
Finalmente cruzaron su peregrinación para llegar a Tlatelolco, lugar donde Regina ofrendo su vida para el despertar de la consciencia de México y que fuera el último bastión que defendiera el ultimo emperador azteca Cuauhtémoc antes de la caída de México Tenochtitlán. Allí también hicieron sonar los caracoles y se conectaron a través de una meditación con el lugar.
Tras ello, la siguiente parada sería al cerro del Tepeyac donde se venera a la virgen de Guadalupe, llevaban más de 9 horas caminando y sin dormir, sus fuerzas estaban agotadas, sin embargo tenían que llegar ese mismo día al templo, algunos arrastrando los pies, pararon nuevamente en el parque Aurora. Allí es el punto donde se ve la aurora del cerro del Tepeyac, se refrescaron, Sansón ya quería renunciar y regresarse a su casa, entre todos lo animaban, pero él estaba reacio.
Continuará….
César González Madruga “El Siervo” @CesarG_Madruga, Adriana Morales Ortiz “Witzilin” @Witzilin_vuela, Rafael Aluni Montes, Enrique Quezadas @EnriqueQuezadas, Lupita García, Dorian Antuna.
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