Las tensiones internas comienzan a desfigurar el arranque de gobierno.
No son pocas, ni irrelevantes.
Pareciera que la agenda presidencial se debate entre posicionar temas y tapar socavones. Ganan estos últimos.
Recuento de los daños:
En el Senado brota un conato de rebelión por la imposición chicharronera de Rosario Piedra Ibarra en la agonizante Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
La nominación de Bertha Alcalde Luján no alcanza mayoría calificada para cuajar y ser enviada al Congreso de la capital.
Ricardo Monreal, ensoberbecido, es captado usando helicópteros privados —como Emilio Lozoya— para sus traslados. Dice que lo seguirá haciendo. La Presidenta lo reprende en público.
En el Senado, el líder de los pater familias se lanza a golpes contra la oposición para defender al iscariote Miguel Ángel Yunes, faltaba más. Días antes habían obligado a la Fiscalía veracruzana a matar todas las acciones penales contra el junior, pese a la inconformidad de la Gobernadora de ese estado.
El domingo estalla un escándalo contra la secretaria de Medio Ambiente, Alicia Bárcena, al revelarse que siendo Canciller su jefe de oficina se casó con su novio rumano en el Museo Nacional de Arte en un claro abuso de poder y de recursos públicos. Bárcena sigue el manual de cómo no enfrentar una crisis. Niega los hechos. Miente. Se publican fotos de su asistencia al bodorrio. Luego dice que no sabía a qué iba. La presidenta tiene que salir a defenderla. Sotto voce, Bárcena culpa a su antecesor en SRE de la filtración. Fuego amigo.
La gobernadora de Campeche, Layda Sansores, nombra al indiciado Jorge Luis Lavalle secretario de Desarrollo Económico. Lleva su causa penal en libertad condicional. Posa con la gobernadora con el brazalete electrónico que le impide huir. Así: en la "plenitud del pinche poder" para usar la expresión de Fidel Herrera. La Presidenta dice que ella no hubiera invitado al ex panista.
Otra vez, el jefe del Senado, ex gobernador de Tabasco, acusa a su antecesor, Ricardo Monreal, de desviar 150 millones de pesos en dos contratos. "Negocitos añejos", les llama. Monreal lo reta a que lo denuncie. La Presidenta, otra vez, los llama a mantener la cabeza fría.
El mismo día, Francisco Garduño deja finalmente la dirección del Instituto Nacional de Migración. Se lanza contra el padre Alejandro Solalinde, aliado de Morena, quien infiere lo intrigó. "Pollero de Dios" lo insulta.
A esta descomposición cotidiana se suman los yerros. La perla fue el nombramiento de Rutilio Escandón como Cónsul en Miami tras dejar la gobernatura de Chiapas y entregar un estado en donde el cártel de Sinaloa organiza desfiles militares públicos. El nombramiento se da bajo la más dura presión de Washington que, al día siguiente, detiene en Estados Unidos al Mini Lic. La presidenta amenaza también con dar un cargo "estratégico" a Cuitláhuac García, impresentable ex gobernador de Veracruz.
El recuento es de un par de semanas.
Hay una rebelión en la granja. Urge un jefe de gabinete que meta orden en las filas de un movimiento que presiente que no hay adultos en casa.
La rebelión, el descaro, el cinismo y la arrogancia llegan en el peor momento.
Estados Unidos blande la pistola de Chejov. El escritor ruso advirtió: cuando en el primer acto de una obra aparece una pistola significa que en el tercero o cuarto se usará.
Si no, no hubiera aparecido.
@fvazquezrig
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