En esta semana se estará aplicando la encuesta para definir a la dirigencia de MORENA. La aberrante sentencia del Tribunal Electoral, lo sabemos, ha llevado a que deje de aplicarse el Estatuto de Morena y todo se decida en una encuesta. Así las cosas, los resultados de la primera pesquisa demoscópica aplicada por el INE favorecen a la dupla conformada por Porfirio Muñoz Ledo y Citlalli Hernández, para encabezar la presidencia y la secretaría general de ese instituto político.
El INE aplicó un primer ejercicio que llamó de reconocimiento, descartando así a varias decenas de aspirantes a los cargos principales de MORENA.
Ya reducida la lista, Porfirio se enfrentará a Mario Delgado y, previsiblemente, a Yeidckol Polenvski, quien fue incluida en la encuesta por razón de género, no por haberse medido previamente en la primera encuesta. Por su parte, Citlalli Hernández es la militante que más destaca para secretaria general, por lo que prácticamente no tiene contrincante.
Porfirio y Citlalli representan de manera más fiel la historia, los principios y el comportamiento político de MORENA. El nombre de Porfirio Muñoz Ledo siempre va unido, junto con Cuauhtémoc Cárdenas, a la hazaña política de haber roto con el viejo PRI, en los tiempos en que ese partido y el sistema que lo sostenía eran el modelo civilizado de represión política y autoritarismo en nuestro continente. Esa decisión abrió una herida que poco a poco se fue viendo que era de dimensiones históricas. Desde entonces, como pasó con el Titanic, sólo tuvo que pasar el tiempo para que el viejo régimen hiciera agua, se descompusiera con cada nuevo gobierno y perdiera el poder de la forma contundente como lo hizo en 2018.
Con la formación primero del PRD, después con la aparición del movimiento de regeneración nacional encabezado por Andrés Manuel, se constituyó una izquierda con presencia nacional que ha tenido la historia y las vicisitudes que todos conocemos. Muñoz Ledo aportó a este proceso la valentía de sus decisiones, un comportamiento ético anti-corrupción y un reforzamiento ideológico en el avance de la democracia en México. Es de los pocos políticos de la vieja guardia que nunca participó en ningún enjuague que le redundara en beneficios personales.
Por su lado, Citlalli Hernández es de las jóvenes aportaciones genuinas de MORENA a la vida política del país. Desde 2005, a los 15 de edad, se unió a la lucha contra el desafuero de López Obrador, y de ahí en adelante, entre los jóvenes, en el movimiento feminista, en apoyo al movimiento lésbico-gay, y en tareas concretas de organización de Morena, se ha distinguido por su activismo y por estar en las luchas vitales del partido-movimiento. Por esas razones, en 2015 asumió como diputada local en la ciudad de México y en 2018 como senadora de la República.
En Muñoz Ledo se concentran décadas de experiencia que da el haber combatido al régimen autoritario que conoció en su juventud y del que supo separarse con mucha valentía en su momento. Pero también conserva una agilidad mental, una posición crítica, no siempre compartida por muchos, que lo coloca siempre con una visión fresca, juvenil, ante cualquier debate interno o externo que se tenga que dar. Hoy, está dando muestras del peso de su pensamiento ideológico en una contienda que sólo parecía ser un concurso de popularidad y de imagen mediática pagada.
En el caso de Citlalli Hernández, la joven Senadora, como expresión fidedigna y natural de MORENA, representa el futuro de la joven generación que ya está asumiendo el mando en la conducción de un partido que tiene como lema ser la esperanza de México. Por ser joven no carece de experiencia, como Muñoz Ledo, por ser mayor, no está falto de crítica lozana y mirada fresca. Ambos, como dupla, han estado creciendo enormidades en estas escasas semanas de lucha electoral interna.
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