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Pemex y el futuro de la petroquímica en países en desarrollo

2021-02-25 | 04:32 p.m.
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El gobierno del Presidente López Obrador ha echado mano de la caída en la producción de hidrocarburos y petrolíferos y el aumento exorbitante de la deuda para construir una narrativa en torno al deterioro de Pemex. Desde el 1 de diciembre del 2018, dichas métricas han sido útiles para justificar el golpe de timón que, a los ojos de la autollamada 4T, era necesario dar en la política petrolera.

Sin embargo, no ha sido el caso en cuanto a los activos petroquímicos de Pemex – quizá la actividad que menos atención ha recibido por parte de la actual administración y en el debate público. Hoy, después de más de dos décadas de abandono por parte de los gobiernos priistas y panistas, la división petroquímica de Pemex es ajena a lo que demanda el mercado doméstico y lo que ocurre en otras latitudes.

Esta es la primera entrega de tres y la intención es ilustrar hacia donde se está moviendo la industria petroquímica a nivel internacional, principalmente Asia, y dar cuenta de lo que en Mexico estamos dejando de hacer en ese sentido.

Y es que, en otras partes del mundo, hay empresas y gobiernos que ven en la inversión petroquímica la manera de alcanzar varios objetivos. Es decir, es una de las opciones para impulsar la recuperación económica después de un 2020 golpeado por la pandemia, así como capturar los beneficios derivados de una clase media que se expande. El caso de Asia es particularmente interesante. Y para ciertas empresas, es parte de la estrategia para reducir su exposición al mercado de los combustibles, cuya demanda estará bajo presión en las siguientes décadas ante el avance de los automóviles eléctricos.

Mientras hay quienes se anticipan a estos escenarios, la petroquímica de Pemex continúa atrapada en una espiral descendente.

La producción en las cadenas del metano, etano, aromáticos y propileno se desplomó de 11.71 millones de toneladas (mmt) en 1995 a 2.8 mmt en el 2018. En el 2019 y 2020, nada pudo hacer el gobierno para revertir la inercia - la producción se redujo a 2.4 mmt y 1.8 mmt, respectivamente. Estos números muestran que Pemex ha abandonado su papel de proveedor de materias primas cuya importancia reside en alimentar un sinnúmero de industrias, desde fertilizantes hasta plásticos.

La factura que estamos pagando es alta. Del 2010 al 2014, por ejemplo, las exportaciones de crudo eran dos veces el valor de las importaciones de productos petroquímicos y de origen petroquímico. Pero tal ha sido la caída en la producción, y por tanto el impacto en la industria privada, que el promedio anual de las importaciones de insumos petroquímicos entre el 2015 y 2019 ascendió a $21.27 billones de dólares, superando marginalmente las exportaciones de petróleo que registraron un promedio anual de $20.62 billones de dólares en el mismo periodo.

Es evidente que el valor que se puede añadir a los hidrocarburos no lo estamos generando en casa, o mejor dicho, en los complejos petroquímicos del sur de Veracruz, lo estamos comprando en el exterior. Y éste es precisamente uno de los señalamientos que la actual secretaria de Energía Rocío Nahle ha hecho desde que era diputada, llegando a manifestar que, cuando se trata de transformar los hidrocarburos, “lo que más valor agregado tiene es la petroquímica”.  

Hasta el momento, en México esta discusión no ha ido más allá del discurso, al tiempo que en el resto del mundo las empresas se han estado preparando para afrontar un escenario no muy lejano donde la industria petroquímica se convertirá en el principal motor de la demanda adicional de petróleo.

En octubre del 2018, la Agencia Internacional de Energía (AIE) dio un campanazo al respecto, argumentando que la petroquímica será responsable de más de un tercio de la demanda adicional de crudo al 2030, y cerca de la mitad al 2050. 

Si bien la pandemia del 2020/2021 y el impulso que ha recibido la descarbonización de la matriz energética en varios países pudiesen modificar los cálculos de la AIE al respecto, lo cierto es que existen factores para prever que el peso de la petroquímica será mayor de lo que es actualmente.

Se anticipa que el crecimiento poblacional y económico principalmente en países en desarrollo resulte en un mayor consumo de plásticos, al tiempo que se espera que la demanda de combustibles se ralentice.

¿Cuáles son las probables consecuencias de este escenario? Precios de crudo moderados que, junto a un mercado global de combustibles que no se expande a la velocidad de décadas anteriores, haga que las empresas petroleras busquen capturar valor al diversificar los rendimientos de sus procesos de refinación.

Es decir, que al procesar un barril de crudo se obtenga un porcentaje mayor de precursores petroquímicos y uno menor de gasolinas.

Hacia allá van los líderes globales de la petroquímica y se trata de una tendencia que está en el radar de países y empresas que buscan expandir su capacidad de refinación. En la década de los 20s, y más allá, hay quien afirma que el futuro de la demanda de crudo y el de la industria de la refinación no está en la producción de combustibles, está en la petroquímica.

¿Es pertinente que en México se tenga una conversación sobre Pemex y las perspectivas globales de esta industria?

En las siguientes dos entregas ahondaré en el tema.

Adrian Duhalt es investigador posdoctoral en temas de

energía en el Instituto Baker de la Universidad de Rice, Houston.

@AdrianDuhalt

Artículo previamente publicado en Expansión

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