El dos de junio se acerca.
Tendremos en esa fecha las elecciones más importantes de nuestra historia reciente.
Todos debemos analizar las opciones disponibles para votar libremente y así escoger sin presión alguna a la persona que consideremos más capaz para dirigir los destinos del país con eficiencia y amor a la patria, para que alcancemos una prosperidad compartida, para que juntos logremos la unidad que tanto necesitamos, para que disminuyan la violencia, la corrupción y la inseguridad. Para que haya más y mejores empleos. Para que no tengamos desabasto de medicamentos y los hospitales públicos tengan instalaciones dignas, limpias y cuenten con equipos que sí funcionen.
Para que las escuelas realmente impartan conocimientos útiles y no atiborren a los alumnos con ideología radical que solo divide, confunde y alimenta rencores.
Para que se revaloren el trabajo, el estudio, el ahorro, el esfuerzo y la perseverancia como herramientas fundamentales para triunfar en la vida.
Para que se entienda que nadie tiene derecho a recibir un sueldo que no ha desquitado y solamente se apoye a los verdaderamente necesitados, en lugar de repartir dinero público en ayudas sociales sin control alguno que no resuelven absolutamente nada y solo buscan conseguir votos fomentando la pereza, la ociosidad y el conformismo; en otras palabras, matando el espíritu individual de superación.
Como están diseñados en la actualidad dichos programas, solamente han logrado que la pobreza aumente en lugar de disminuir.
Necesitamos también que se revalore y estimule el trabajo honrado y eficaz de los buenos servidores públicos del país y se sancione ejemplarmente a quienes llegan a los cargos sin tener el perfil adecuado y solo van a calentar el asiento, a saquear el erario o a hacer ambas cosas a la vez.
Para que se premie con mejores sueldos a los servidores públicos que den buenos resultados, no a los grillos e incompetentes, que llegan a los cargos por compromisos políticos y no por méritos propios, convirtiéndose así en un lastre para la administración pública.
Todo eso puede cambiarse el 2 de junio para recomponer a México.
Sin embargo, si una parte de la población por desidia o por pereza decide no participar; es decir no sale a votar con total libertad, seguiremos igual o peor.
En nuestras manos están los problemas y también las soluciones. No lo olvidemos.
Solo reflexionemos:
¿Ya bajó la inseguridad?
¿Ya hay medicinas suficientes en los hospitales públicos?
¿Ya bajó el precio de la gasolina, tal y como nos lo prometieron?
¿Ya bajaron las tarifas de la luz y el precio de las tortillas?
¿Ya bajó la inflación?
¿Ya disminuyó la corrupción?
Analicemos las cosas y que cada quién en su interior libremente decida a la hora de votar, cuál es la mejor opción para gobernar con éxito a nuestro país. El futuro de México está en nuestras manos.
¿No les parece a Ustedes?
Muchas gracias y buen fin de semana
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