Otro año de reformas progresistas

Hace unos años, el jurista Luigi Ferrajoli advertía que el neoliberalismo en Italia había llevado a una crisis de Estado que se expresaba en “una integración progresiva entre partidos, aparatos burocráticos públicos, grupos económicos privados y mass-media, por la vía del ‘reparto del pastel’; en la decadencia imparable del parlamento, reducido a órgano de microlegislación en favor de intereses clientelares”; y en “la parálisis del reformismo y el derrumbe de la proyección transformadora que se verifica en las fuerzas de oposición».

Este análisis podría corresponder a la era neoliberal de México. Por eso da gusto la vitalidad reformadora que ha mostrado el Congreso después del 2018.

En el segundo año de la actual Legislatura han continuado las reformas.

Por ejemplo, la prohibición de la condonación de impuestos.

Junto a esta, la que equiparó la facturación falsa con el crimen organizado.

También, la reforma constitucional para la revocación de mandato.

El reconocimiento constitucional de cuatro derechos: Sistema de Salud Público, Universal y Gratuito; Pensión Universal de Adultos Mayores; Becas para Personas con Discapacidad y Becas para Estudiantes en Todos los Niveles.

El derecho a la movilidad y la seguridad vial.

La Ley General del Sistema de Carrera de las Maestras y los Maestros y la Ley para la Mejora Continua de la Educación.

La Ley del Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, que permitirá la conciliación entre empleadores y empleados.

La Ley de Salvaguarda de los Elementos de la Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas, Afromexicanos y Equiparables.

La Ley de Amnistía para facilitar la liberación de presos que pertenecen a grupos vulnerables, indígenas, mujeres, campesinos, presos políticos y otros.

La reforma para el etiquetado de alimentos.

El Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado.

La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia para reconocer la violencia política de género.

La Ley de Instituciones de Crédito para que los jóvenes puedan abrir cuentas bancarias de depósitos desde los 15 años de edad.

La Ley de Adquisiciones para que el Gobierno pueda comprar medicamentos a organismos intergubernamentales internacionales.

La reforma a la Ley General de Desarrollo Social para incluir los principios de universalidad y progresividad.

La reforma a la Ley de los Derechos de las Niñas y los Niños para prohibir el castigo corporal y humillante.

Las reformas para que todos los órganos colegiados públicos, órganos autónomos, empresas paraestatales, cabildos, ayuntamientos, tribunales, etc. tengan una representación paritaria de mujeres y hombres.

Las reformas para que el derecho que tienen las trabajadoras a incorporar a sus hijos a guarderías del IMSS también lo tengan los trabajadores.

La penalización de la violencia digital y mediática.

Las reformas para eliminar fideicomisos que mantenían escondidos los recursos, no se auditaban o se trasladaban a privados.

La reforma para despenalizar el consumo del cannabis.

Las leyes y reformas para respaldar a los empresarios mexicanos ante el Tratado México-Estados Unidos-Canadá, como la Ley Federal de Protección a la Propiedad Industrial, la Ley de Infraestructura de la Calidad, la Ley de los Impuestos Generales de Importación, Exportación, y reformas a la Ley Aduanera.

La reforma para que el Presidente pueda ser juzgado por cualquier delito.

Sin embargo, hay reformas pendientes. Por ejemplo:

La reforma sobre el outsourcing.

La reducción del presupuesto a los partidos políticos.

La eliminación de la partida secreta.

La reforma sobre el salario mínimo, para que nunca se actualice por debajo de la inflación.

Falta mucho para desmantelar el régimen de privilegios y construir un Estado de bienestar.

La tenacidad de la mayoría progresista del Poder Legislativo será determinante.

Tomado de El Financiero

https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/marti-batres/otro-ano-de-reformas-progresistas