Orizaba, la llamada ciudad de las aguas alegres, es el principal bastión que le queda al PRI en Veracruz. El otro es Cosoleacaque, en poder de los hermanos Cirilo y Ponciano Vázquez Parissi, quienes se han traspasado la presidencia municipal. La alcaldía orizabeña sigue bajo control del grupo empresarial que lidera el alcalde Juan Manuel Diez, quien según la encuestadora Consulta Mitofsky, de Roy Campos, aparece en el lugar 15 de los 150 ediles mejor evaluados del país.
Una influyente facción del PRI veracruzano ha querido entusiasmar a Diez Francos para que en 2024 se postule para la gubernatura, pero el munícipe ya les dijo reiteradamente que no. Prefiere cuidar su coto regional de poder político y económico.
Desde el Virreinato de la Nueva España, Orizaba se convirtió en uno de los sitios con mayor desarrollo económico, al consolidarse como paso obligado de descanso en la ruta entre la Ciudad de México y el Puerto de Veracruz. Surgió como uno de los primeros emporios industriales coloniales, llegando a ser conocida como “La Manchester Veracruzana”. Durante el porfiriato se le consideró la ciudad más educada de las provincias. Ahora es una de las más politizadas, lo que parecería contradictorio ya que el priista Juan Manuel Diez ha sido electo y reelecto en tres ocasiones para la alcaldía y una como diputado federal, lo que evidencia su alto nivel personal de aprobación del electorado pero que muy difícilmente transferirá a otro miembro de su grupo empresarial que ya comienza a mostrar desgaste. En 2021, por ejemplo, Igor Rojí López, exalcalde priista muy cercano a él que le antecedió, perdió la elección de diputado federal como candidato de la alianza Va por México.
En su sucesión municipal de 2025, a Diez Francos podría ocurrirle lo mismo que ahora parece estar padeciendo el presidente López Obrador con los aspirantes de Morena que pretenden sucederlo en 2024. A ninguno ha logrado transferirle su carisma y arrastre popular.
En Orizaba, los tiempos turbulentos y el estancamiento en la década de los ochentas y parte de los noventas hicieron que sus habitantes le dieran un giro a la balanza cediéndole la oportunidad de gobernar a la clase empresarial, con lo que se logró alcanzar la modernidad como una ciudad competitiva pero que, como todo proceso, fue generando desigualdades sociales. Sin embargo, fiel a su espíritu de cambio constante, los orizabeños no dejarán que se acentúe durante más tiempo. Basta con ver los resultados de las últimas elecciones y el contexto político nacional para deducir que el hasta ahora bastión priista dejaría de ser un monopolio de la clase política “conservadora”, representada actualmente por los partidos del frente opositor PRI-PAN-PRD.
Y es que factores como la cercanía y la necesidad de sentirse respaldados e identificados por sus gobernantes ya no lo está logrando la facción conservadora con la población orizabeña, que en 2020 ascendía en total a 123 mil 182 habitantes, 100 mil de los cuales fueron registrados en 2021 en el padrón electoral y que para 2024 se espera sea de aproximadamente 110 mil.
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