A gritos, pujidos y sombrerazos, los Oples, esos organismos electorales temporaleros e improvisados a nivel distri-tal, avanzan –es un decir, claro—en la entrega de material electoral a los funcionarios de casilla.
Es penoso que un deficiente andamiaje distrital, eslabón primero de la cadena de confianza en esta materia, carezca de estructuras confiables y que estén atenidos, más que la verdad, a que el Instituto Nacional Electoral termine sacando del fuego las castañas. La reforma electoral de 2014, de haber sido aprobada en sus términos originales, garantizaba mejores condiciones para la administración de lo electoral. No hubo virrey estatal que no se opusiera a ésta, una de las mejores reformas del peñato y mandara a sus empleados en la cámara de diputados –porque cuan-do conviene son eso, empleados, y cuando no, valientes representantes populares, sí, cómo no— a trabar la iniciativa y amagar con no dejar pasar ni tan siquiera la reforma constitucional que dio paso posterior a la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales. Gracias a personajes, personajas y demás fauna política, algunos estados, casi todos, tienen deficientes Oples. ¿El pueblo? Bien gracias, ¿y usted, durmió bien?
En una acción harto inexplicable como diría el doctor García Postigo, el Gobierno del Estado de Veracruz decidió suspender las actividades de vacunación este fin de semana que es, sí, ya se sabe, fin de semana electoral. Por alguna razón acaso política y por aquello de no te entumas, la cúpula estatal decidió suspender tales acciones.
El hecho de la suspensión ya había sido sugerido, comentado, señalado, puesto en la mesa por la dirigencia de esa entelequia denominada Movimiento Ciudadano –que, calma, no se decepcionen chicos, chicas, chiques— ni es movimiento ni es ciudadano; si acaso una bisagra --seamos generosos—, o una veleta –seamos incómodos diría Galeano—.
La idea del señor Rullán, desafortunada como la que más, encontró eco en la autoridad estatal y este fin de semana no habrá puestos ni macrocentros de vacunación. Ojalá alguien les pudiera explicar a los señores Rullán, Delgado y García que, el derecho al voto y el derecho a la salud no colisionan bajo ninguna condición; que ni el pueblo ni los medios ven moros con tranchete donde no los hay y que el lenguaje popular será alburero, pero no encierra sofisticadas segundas ni terceras intenciones, sofisticaciones en las que los políticos de poca, mucha o regular monta, son expertos.
Haga la prueba lector, lectora, lectere, dígale buenos días a un político y lo tendrá todo el día cavilando en porqué le dijo buenos días; que porque este es el día bueno y no el de mañana; que por qué buenos días y no noches y así. Para los políticos su lenguaje, edulcorado, envolvente, falaz, críptico, es el primer sustento de la ficción en tanto que el estado mismo lo es.
Este domingo el llamado es a votar. Ir temprano a la casilla, hacer la fila y votar. Puede llevar su propio plumón, deberá usar cubrebocas y seguir todos los pasos del protocolo sanitario. Solo el presidente de casilla podrá pedirle que se retire momentáneamente el cubrebocas en caso de duda y usted no deberá hablar sin el barbijo puesto, mismo que tomará de las bandas laterales y por breves segundos mostrará su rostro sin él al funcionariado de casilla. El protocolo sanitario será riguroso y muy específico para mitigar al máximo los riesgos. Algo más: los plumones que el INE pondrá a su disposición no se borran; las boletas están completas en su casilla y el líquido indeleble contiene elementos sanitarios que evitan el contagio; por favor infórmese por los canales oficiales. No haga circular falsedades ni boca a boca ni en FB ni en TW ni WA. Ante la elección más grande –por el número de puestos a elegir—y en medio de la crisis sanitaria más grande a nivel mundial, México y Veracruz pueden dar ejemplo de civilidad y participación política responsable. ¡Mozooo, café a la ocho con dos medias lunas con jamón, que hay ley seca! ¡Ahreee!
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