El Consejo Nacional de Morena, celebrado hace unos días, tuvo aciertos y omisiones.
Respaldó la convocatoria del Comité Ejecutivo Nacional para renovar la dirigencia a través de una encuesta abierta a la militancia partidaria.
Esa convocatoria cumple con la sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que ordena elegir la presidencia y la Secretaría General por encuesta abierta.
Encuestar a la militancia tiene sentido. No se elegirá una candidatura, sino la dirigencia de un partido.
La figura de la encuesta existe en los estatutos de Morena para seleccionar candidaturas uninominales. Se realiza a población abierta para saber quién tiene mayores posibilidades de triunfar en una elección constitucional. Permite escoger a quien tenga el mayor apoyo externo, aunque no necesariamente tenga el mayor apoyo interno, pues se trata de obtener el mayor número de votos.
Los métodos tradicionales de selección de candidaturas, como asambleas o elecciones primarias, propician conflictos y vicios como el acarreo y la compra de votos. La encuesta también tiene la virtud de evitar esos problemas.
Por eso hace casi un año, ante la aproximación de un proceso interno convulsivo, y después de la atropellada elección de la propuesta de Morena para la Mesa Directiva del Senado, en una reunión con los legisladores federales, el Presidente de la República propuso elegir la dirigencia nacional de Morena a través de una encuesta.
Sin embargo, esa encuesta no se encontraba en los estatutos del partido. Para realizarla había dos caminos: 1) reformar el Estatuto o 2) un acuerdo entre los contendientes. No sucedió ni una cosa ni otra.
El Congreso reunido el 26 de enero de este año, avalado por el Tribunal Electoral, rechazó la realización de la encuesta como método de elección de la dirigencia.
No obstante, el mismo Tribunal ordenó elegir a la dirigencia por encuesta abierta, aún sin encontrarse la figura en el Estatuto.
El CEN resolvió el dilema entre cumplir una sentencia judicial o aplicar el Estatuto, a través de una convocatoria que establece la realización de una encuesta a los morenistas una vez realizados los congresos distritales y estatales.
Algunos han criticado esa convocatoria, defendiendo una encuesta que esté abierta también a los ciudadanos abstencionistas y simpatizantes de otros partidos.
Sin embargo, no se trata de elegir candidatos, sino dirigentes. El candidato necesita el mayor apoyo posible de la ciudadanía. El dirigente requiere el apoyo de la militancia de su partido.
La encuesta a la que convoca el CEN cumple con el objetivo planteado por el Presidente: evitar conflictos y vicios que ocurren en elecciones y asambleas internas. Y con el propósito de que la militancia de Morena, en ejercicio de su autodeterminación, elija a su dirigencia.
El Consejo Nacional, además, eligió a tres personalidades de probada rectitud para integrar su Comité de Encuestas.
Ahora bien, debe observarse críticamente la falta de un debate político sobre los grandes temas nacionales. El Consejo se concentra en la vida interna.
Lo demuestra la resolución para continuar auditorías contra la Secretaria General del partido. Es cuestionable que aún sin haber terminado auditorías, la dirigencia la haya acusado ante la Fiscalía General de la República de un delito tan grave como lavado de dinero. Ello muestra que su prioridad es la lucha interna y no la batalla al exterior.
Sería muy bueno para el país, que los órganos dirigentes de Morena discutieran temas como: la estrategia para defender al gobierno de la República; la política de alianzas; la agenda de reformas legislativas; la integración plural de órganos electorales como el INE; las políticas económicas para proteger a trabajadores y empresas frente a la crisis derivada del coronavirus; las políticas de salud para proteger a la gente de la pandemia.
Urge que Morena deje de verse el ombligo y mire hacia el país.
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