Tal como se preveía, este sábado el grupo dominante del gobernador Cuitláhuac García se apoderó de los órganos directivos de Morena en Veracruz, compartiendo sólo algunos espacios con la facción morenista de la secretaria de Energía, Rocío Nahle –con quien le une los mismos intereses políticos y de poder hacia las sucesiones estatal y presidencial de 2024–, pasando por alto los principios éticos de los estatutos originales del partido obradorista, vigentes desde noviembre de 2012.
Y es que, como ya se sabe, las presidencias del Consejo y Comité Ejecutivo estatales (CEE) recayeron, respectivamente, en Dorheny García Cayetano, actual secretaria del Trabajo, y Esteban Ramírez Zepeta, exjefe de la Oficina del Gobernador.
La Secretaría General del CEE, que es la segunda posición en el organigrama de la dirigencia estatal, quedó a cargo de la diputada local plurinominal Elizabeth Cervantes de la Cruz, también identificada con el grupo del gobernador y del líder del Congreso local, Juan Javier Gómez Cazarín, mientras que la Secretaría de Finanzas continuará en manos de la bióloga Michelle Flores Vidal, suplente de la diputada local de Coatzacoalcos, Eusebia Cortés Pérez, ambas allegadas a Nahle.
Como secretarios de Organización y de Comunicación fueron electos Felipe Daniel Castro Girón y Octavio Briseño Contreras, respectivamente, considerados también afines al mandatario veracruzano. Y al frente de las secretarías de Formación Política y de Mujeres quedaron la exdiputada local de Emiliano Zapata, Tanya Carola Viveros Cházaro, y Jenifer Joyce García Esquivel, ligadas a Nahle.
Este monopolio de cargos partidistas por el grupo en el poder contradice lo estipulado en los primeros estatutos del recién fundado Movimiento Nacional de Regeneración Nacional, en cuyo capítulo primero, acerca de las “definiciones esenciales”, prevé precisamente en su artículo 2, inciso C, “la integración plenamente democrática de los órganos de dirección, en que la elección sea verdaderamente libre, auténtica y ajena a grupos o intereses de poder, corrientes o facciones”.
En su artículo 3o., acerca de los fundamentos sobre los que se construirá la organización de MORENA, establece en su inciso F “no permitir ninguno de los vicios de la política actual: el influyentismo, el amiguismo, el nepotismo, el patrimonialismo, el clientelismo, la perpetuación en los cargos, el uso de recursos para imponer o manipular la voluntad de otras y otros, la corrupción y el entreguismo”; y, en su inciso G, consigna que “la participación será individual, libre y voluntaria, sin corporativismos de ninguna índole; sin que se permitan facciones, corrientes o grupos que vulneren la soberanía de la organización, es decir, su capacidad exclusiva de dirección general…”
Pero lo más grave es que los controladores de Morena en Veracruz violaron flagrantemente el capítulo tercero de los estatutos, acerca de los “principios democráticos”, en cuyo artículo 8 estipula que “los órganos de dirección ejecutiva de MORENA no deberán incluir autoridades, funcionarios o integrantes de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial de los municipios, estados y la federación”.
Y la flamante secretaria general del Comité Ejecutivo es diputada local, mientras que la electa presidenta del Consejo Estatal aún despacha como secretaria del Trabajo.
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