El 30 de agosto 2019, a los nueve meses de haber asumido el poder, el presidente López Obrador aceptó que había utilizado la frase “que se vayan al carajo” para referirse a los políticos “ambiciosos”, “sin ideales” y “vulgares” que por ese entonces ya buscaban hacerse de otros cargos públicos.
El mandatario reiteró sus palabras que, de acuerdo con un audio difundido, había dicho en una reunión plenaria de Morena realizada en un hotel capitalino. “Entre todos hay que ayudar para que se mantengan principios, ideales; que se vayan al carajo los ambiciosos”, había expresado el tabasqueño en dicha reunión privada.
Las declaraciones del mandatario se daban en un contexto de división de su partido por la renovación de la dirigencia nacional y por las diferencias entre Ricardo Monreal y Martí Batres por la presidencia del Senado de la República.
“Quien no tiene ideales, el que es un ambicioso vulgar, no debe de dedicarse al noble oficio de la política (…) ¡que se vaya al carajo!”, reiteró López Obrador ante los reporteros en Palacio Nacional.
Casi dos años después, el 14 de julio 2021 –recién pasadas las elecciones intermedias, en las que la oposición había ganado más de la mitad de las 16 alcaldías de la Ciudad de México, el principal bastión obradorista que gobernaba Claudia Sheinbaum, fuerte aspirante presidencial de Morena–, el senador Monreal, bajo sospecha de haber operado electoralmente contra su partido, salió a declarar que, llegado el momento, se inscribiría para ser el sucesor de AMLO y continuar la transición política iniciada en 2018, remarcando que no era “un ambicioso vulgar, soy un aspirante normal de carne y hueso con virtudes y debilidades, con errores en mi devenir público”.
“En 45 años no he tenido una sola investigación de corrupción ni de deshonestidad y por eso me siento con la experiencia para ser un aspirante normal, no un ambicioso vulgar”, y dijo que estará puntual a la cita con la historia en el momento en que se emitiera la convocatoria de Morena para la candidatura presidencial.
López Obrador, quien durante casi dos años había dejado de recibirlo en Palacio Nacional, no lo dejó pasar. Manipuló las encuestas internas para imponer a Sheinbaum, relegando a Monreal hasta el último lugar, superado inclusive hasta por el diputado petista Gerardo Fernández Noroña, quien ahora presidirá el Senado.
Él y su hermano David Monreal, gobernador de Zacatecas, perdieron en junio pasado las alcaldías de Cuauhtémoc, en la CDMX, y de la capital zacatecana, pero presionaron a sus incondicionales de los tribunales electorales locales para anular ambas elecciones que ganaron candidatos de la alianza PAN-PRI-PRD.
El flamante coordinador de la Cámara de Diputados, con el “voto de calidad” de su compadre Armando Ambriz como magistrado presidente del Tribunal Electoral capitalino, consiguió anular este sábado, por supuesta “violencia política de género”, el triunfo de la panista Alessandra Rojo de la Vega en la Cuauhtémoc, quien en la contienda contra Caty Monreal le respondió a la hija del exsenador en redes sociales: “Presa deberías estar tú por corrupta y delincuente. Tú y toda tu familia, 48 propiedades, gasolineras, hoteles y contratos millonarios, todo está probado con documentos. La impunidad no es para siempre”, le reviró la influencer sobre la acusación de que el atentado en su contra había sido un montaje que debía penalizarse con prisión.
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