El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador no deja de poner el dedo sobre la llaga. Ha insistido en los últimos días, sobre la guerra sucia durante las campañas para elegir gobernador en Veracruz el pasado 2 de junio.
Pero la indignación del mandatario va más allá al cuestionar los montos en millones de pesos que se debieron destinar a través de los medios y redes sociales, además de personajes oscuros que se prestaron a la misma, para tratar de desprestigiar a la candidata de Morena, Rocío Nahle quien pese a ello, logró el triunfo por casi un millón de votos y 26 puntos de diferencia frente al priista, José Francisco Yunes Zorrilla.
La guerra sucia no fue de gratis ha dicho el tabasqueño López Obrador, quien se atrevió a calcular en casi mil millones de pesos y ha pedido al neoliberal, como lo señala, Claudio X González, que informe sobre lo recaudado a través de su organización para emprender este tipo de campañas negras.
Sin duda que en las elecciones del 2 de junio a la que se sigue refiriendo el presidente, hubo un interés claro de la cúpula y la llamada “mafia del poder” de la élite neoliberal, a través de los partidos por apoderarse del botín que para ellos representa el estado de Veracruz.
Y es que no existe otra razón para que personajes como el fallido candidato del PRI a la presidencia, en los comicios de 2018, José Antonio Meade, el ex secretario de Hacienda, Luis Videgaray, la priista Beatriz Paredes Rangel hayan sumado fuerzas no a favor de la candidata de la alianza, Xóchilt Gálvez, sino del candidato del tricolor en Veracruz, José Francisco Yunes Zorilla.
Solo Veracruz estaba en la mira de estos facinerosos puesto que no lo hicieron en otras entidades. No voltearon ni se aplicaron así en Morelos, Yucatán, Puebla o Guanajuato, fue Veracruz, la llamada “joya de la corona” que ambicionaban convertir en un suculento pastel para repartirlo en su mesa.
Por ello, no se explica otra razón que haya derivado en la enfermiza idea de ganar incluso en tribunales, al llevar a judicializar el pasado proceso electoral.
Es inentendible esta acción tanto del candidato priista, Yunes Zorrilla, como de sus asesores, cuando enfrente tienen une elección perdida por una diferencia precisa de 978 mil 499 votos.
La alianza de Nahle con Morena, PT y PVEM obtuvo 2 millones 124 mil 204 votos por 1 millón 145 mil 705 del PRI PAN y PRD de Yunes.
¿Por qué Yunes Zorrilla asumió la incongruente acción de impugnar la elección?. De acuerdo a lo anunciado por López Obrador desde la más alta tribuna en palacio federal, y seguramente, con la información que posee, pero que “me imagino” –dijo AMLO-, corrieron portafolios de dinero para la guerra sucia contra Nahle:
La única explicación que se le puede encontrar al asunto es que una vez que se sigue ventilando lo que el Presidente expresa y conoce, es que el priista tiene que justificar y justificarse por sendo descalabro ante quienes le apostaron y lo financiaron, ya sean del PAN, del PRI y de otros entes como el sector privado, donde varios neoliberales se lanzaron con todo y le metieron lana a más no poder.
Esa pues es la única razón por la que con una diferencia monstruosa de un millón de votos, es decir del famoso 2 a 1, el de Perote haya seguido alegando fraude, como quien grita en el desierto.
Eso mismo da cuenta que el botín era Veracruz, que los priistas que crearon un imaginario empate técnico en los medios nacionales, hayan casi asentado sus reales en la entidad, viniendo, como fue el caso de Beatriz Paredes, a vivir durante toda la campaña en su lujoso departamento.
Paredes por cierto, no solo se volvió la coordinadora de campaña del PRI y de Pepe, sino de la plana mayor de ese partido, como Meade –quien durante seis años no había aparecido-, Videgaray e Idelfonso Guajardo, que se encargaron de abrir espacios y de negociar con los medios en la capital del país. O sea fueron el lado oscuro detrás del proceso electoral.
El alegato de fraude llegó a la locura, al pedir que se anule también el triunfo en Xalapa. Apoderarse de la capital fue el otro objetivo, ya de lo perdido lo que aparezca, parecieron decir.
Y es que en el distrito xalapeño se abrieron cien por ciento las casillas pero finalmente ganó Ana Miriam frente a un Américo Zúñiga que fue alentado a reclamar su triunfo inexistente.
¿Cuánto costó la guerra sucia? es la pregunta, y ahora el presidente devela una y otra vez el monto: Mil millones de pesos, que al final, conociendo la calaña, salieron del mismo costal de la corrupción durante años en sus encargos públicos.
Esa es la razón que se entiende para seguir acrecentando la derrota en los tribunales cuando en las urnas fue contundente.
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