La distancia entre la fiscal general de Veracruz, Verónica Hernández Giadáns, con el próximo gobierno lejos de acortarse, parece que cada vez más marcado. Se dice que una de las misiones que tendrá el próximo Congreso local será la de aprobar su salida, ya sea pacífica o de forma complicada.
La intención era que antes de que comenzara la administración de la gobernadora Rocío Nahle García, se pudiera disponer de la posición de Verónica Hernández Giadáns, para arrancar con un “borrón y cuenta nueva” en toda la estructura del gobierno estatal.
La estrategia era que esta legislatura, antes de irse al receso y dejar a la Comisión Permanente, aprobara la creación de una Fiscalía Anticorrupción autónoma, que pudiera hacerle contrapeso a la actual Fiscalía General del Estado (FGE) y, en un momento dado, incluso investigar el desempeño de sus funcionarios, incluido el de Hernández Giadáns.
Janix Lilian Castro, diputada local de Morena, se quedó con las ganas de que se votara su iniciativa y, por ende, con la posibilidad de sumarse un puntito con la próxima gobernadora. Pero no es casualidad. Verónica Hernández ha estado sola, pero muy movida, dicen que el “manotazo” para evitar adelantar su salida llegó del altiplano. Sí, consiguió oxígeno, pero de que no la quieren, no la quieren, así que ya se verá.
Extraña mucho que Enrique Cambranis Torres, coordinador del grupo parlamentario del Partido Acción Nacional (PAN), se haya convertido ahora en defensor de la permanencia de la fiscal Verónica Hernández Giadáns en el cargo.
El panista declaró públicamente que la funcionaria debería quedarse en al frente de la Fiscalía de Veracruz por 9 años, tal y cómo es el período para el que fue designada por el mismo Congreso del Estado.
Se le olvida al panista que la funcionaria es acusada de iniciar una persecución en contra de sus jefes políticos, los hermanos Miguel Ángel y Fernando Yunes Márquez. Que, además, llegó a la Fiscalía en medio de la polémica por la destitución del fiscal panista, Jorge Winckler, al que su partido ha descrito como preso político.
Y no es que esté bien o mal la posición del panista, es que resulta incongruente viniendo de él. Tan incongruente como cuando callaba su crítica a los gobiernos priistas, de los que se supone, era opositor.
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