Una de las zonas más golpeadas por el huracán “Grace”, que tocó tierra en territorio veracruzano como un fenómeno de categoría tres, es el Totonacapan, donde el panorama es desolador a seis días de las lluvias torrenciales y los vientos violentos de dicho meteoro.
Las pocas noticias e imágenes que circulan en medios y en redes sociales sobre la tragedia consignan enormes pérdidas en una zona que es conocida por la pobreza y el enorme rezago.
A estas alturas, no hay una idea clara de la magnitud de los daños, porque los censos todavía no comienzan.
En algunos poblados de esta sierra todavía no hay energía eléctrica; tampoco señal de telefonía; la gente está aislada, casi incomunicada.
Es un caos; reporteros de la zona apuntan que los abusos del comercio son comunes: antes del meteoro, por ejemplo, por un kilogramo de tortilla pagaban 16 pesos; hoy ese producto básico en la alimentación del mexicano se consigue a 25 pesos; y además es racionado. El kilo de masa pasó de 10 a 21 pesos.
El precio de las láminas de zinc también se disparó de forma injustificada y desproporcionada, más del doble y no hay autoridad que frene esos abusos.
Y si la tragedia no fuera suficiente, en la sierra totonaca se reportaron actos de rapiña; si el techo de una casa perdía una o varias láminas durante las fuertes rachas de viento, los propios vecinos de la familia afectada se las apropiaban.
El huracán Grace abrió la puerta al caos en el Totonacapan, donde poco a poco comienza a restablecerse la energía eléctrica, aunque el avance es lento debido a la magnitud del daño.
Esta es una zona rezagada, marginada y sumida en la pobreza. El huracán sólo acentuó esas condiciones.
En Papantla, por ejemplo, más de 68 por ciento de la población se encuentra en pobreza extrema y una cuarta parte de los habitantes del municipio enfrentan un nivel extremo de carencias; son los pobres entre los pobres.
En Coyutla, 9 de cada 10 personas son pobres; y en condición de pobreza extrema se encuentra el 52 por ciento de la población.
En Espinal casi el 79 por ciento es pobre; y la pobreza extrema supera los 35 puntos porcentuales; casi la mitad de los habitantes no cuenta con servicios de salud.
En el pequeño municipio de Coauitlán, en condición de pobreza sobrevive el 91.9 por ciento de los habitantes; y casi el 55 por ciento vive en pobreza extrema; además, la carencia por acceso a la alimentación supera el 43 por ciento.
En Filomeno Mata no están mejor; este es uno de los municipios más pobres de Veracruz; 92.7 por ciento de los habitantes son pobres; 62 por ciento está en un nivel extremo de carencias; y más del 56 por ciento enfrenta problemas de acceso a la alimentación.
En Mecatlán se registra una historia parecida: 93.5 por ciento es pobre; y en pobreza extrema se encuentra el 63.8 por ciento de la población. Y en Coxquihui la pobreza llega al 90.3; y la pobreza extrema, al 52.7.
El común denominador en todo el Totonacapan es el rezago, la pobreza, la marginación y las graves carencias sociales. No hay un indicador de desarrollo social en el que esta zona se encuentre bien; ni siquiera cuentan esos municipios con buenas vías de comunicación.
Y encima les golpea con furia un huracán que provoca pérdida de cultivos y daños materiales en las viviendas; algunas eran tan precarias que con los primeros ventarrones terminaron en el piso.
Aquí, la población por años se ha percibido como víctima de un histórico abandono gubernamental; el paso de “Grace” hace sentir a los indígenas como mexicanos de segunda. Urge atención para la zona.
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