Que, en Veracruz, frente a las comparecencias de funcionarios del poder ejecutivo que acuden a comparecer ha existido una indiferencia total, pues los diputados se han ausentado casi por completo incumpliendo a su deber de cuestionar y rendir cuentas a quienes con dinero público se supondría han concretado acciones en beneficio del pueblo de Veracruz.
Si de por sí, nos cuentan que, en aquel estado, los legisladores han sido aplaudidores, cómplices y omisos, ahora frente a 2024, no hay nada más que les ocupe que los tiempos electorales y así se les puede ver en primera fila apoyando a sus candidatos en eventos meramente electorales, pero no en el congreso ejerciendo y cumpliendo con sus funciones.
Y es que, hay que recordar que las comparecencias, significan la presencia de funcionarios públicos ante el Pleno de los Poderes Legislativos federales o locales, para informar sobre el estado que guardan las diferentes áreas de la administración pública bajo su responsabilidad.
Así, por ejemplo, la Constitución dispone la comparecencia de los secretarios de despacho, del procurador general de la República, de los directores y administradores de los organismos descentralizados y de empresas de participación estatal mayoritaria y de los titulares de órganos autónomos, después de la entrega anual del Informe de Gobierno o a petición expresa de las y los diputados.
Pero no hay nada de que sorprenderse los parlamentarios en su mayoría emanados del partido en el poder han visto y dejado pasar, han sido omisos y han cumplido su tarea como legisladores, un ejemplo podría ser que a pesar de que la fiscalía y el propio gobernante veracruzano se negaban a aceptar las recomendaciones de Derechos Humanos, incumpliendo sus funciones, jamás llamaron a cuentas a los funcionarios, cuando la propia constitución veracruzana así lo estipula.
Y así mientras transcurre el último año, del gobierno de Cuitlahuac, frente al informe de sus funcionarios, los diputados -ni siquiera los pocos que aún quedan de oposición- han cumplido a su deber de pedir cuentas, del catastrófico gobierno veracruzano, donde el endeudamiento es visible, frente al nulo avance en obras y acciones que favorezcan a los veracruzanos.
Hoy en aquella entidad, dicen, cuando se refieren al peor gobierno veracruzano, pareciera existir una diputa entre Javier Duarte y Cuitlahuac Gracia, aunque la realidad, es que, a diferencia del ex priista, a éste se le suma su falta de carácter para asumir el control político, convirtiéndose en una mera figura decorativa, frente al poder de su entonces secretario de Gobierno a quien defendió hasta el final.
Hoy frente a la muerte política de su amigo y líder -tras el pleito de éste con la futura candidata al gobierno de Veracruz, Cuitlahuac no le ha quedado de otra que aguantar e intentar asumir las riendas, frente a un caótico gobierno del que no se pueden contar resultados en beneficio de los veracruzanos, por el contrario, la situación parece haber empeorado.
Y así los legisladores constituidos, en parlamentarios electorales, están más ocupados en hacer comparsa a la futuras candidatas presidencial y estatal, que en cumplir con sus funciones fiscalizadoras y de rendición de cuentas, sin tener presentes que más tarde se convertirán en cómplices de un gobierno omiso y que más allá de llevar a la entidad a buen puerto, agravó los problemas.
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