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Por José Manuel Melo Moya
Columna:

Un año de guerra: lecciones de Rusia para China desde la “Zona Gris”

2023-02-25 | 09:09 a.m.
Un año de guerra: lecciones de Rusia para China desde la “Zona Gris”
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China y los Estados Unidos han protagonizado un episodio más en el que sus relaciones interestatales han quedado exhibidas, tal cual oxímoron, como un escenario en el que la paz y el conflicto interactúan de forma simultánea. Una relación bilateral confusa y contradictoria que, en tan solo un par de semanas, es capaz de transitar de un escenario de buena voluntad y entendimiento hacia otro de profunda desconfianza y desencuentro.

Solo las dos primeras economías del mundo son capaces de ofrecernos un relato en el que, en menos de un mes, se puede transitar de un encuentro programado entre Antony Blinken, secretario de estado norteamericano, y el mandatario de China, Xi Jinping; a, días después, enfrascarse en un conflicto diplomático causado por la intrusión (en territorio norteamericano) de un dispositivo aerostático de manufactura china. Escalando -recientemente- a la imputación de que Beijing planea entregar armamento a Rusia, para recrudecer su guerra en contra de Ucrania.

La relaciones entre China y los Estados Unidos -se dice- se encuentran en uno de los puntos más álgidos de su historia, pero simultáneamente -y  es algo que no se dice- se encuentran en un momento donde el mutuo deseo por llegar a un buen entendimiento es más fuerte que nunca; lo anterior, si logramos ponderar que el mandatario más poderoso de la historia contemporánea de China (Xi Jinping), rompiendo todo protocolo, haya formalizado un encuentro personal con un funcionario estadounidense que no posee la investidura de mandatario (esto, antes del episodio aerostático).

El reciente derribamiento de un supuesto globo espía, que desencadenó el ataque a otros tres artefactos aéreos -que todo parece indicar eran dispositivos de estudio meteorológico- ha exhibido una vez más que la frontera entre la paz y el conflicto es, para estos dos países, una zona gris cuyos contornos no pueden ser delineados; si lo que pretendemos es conocer el punto exacto en el que puede detonarse un conflicto armado.

La guerra entre China y los Estados Unidos podría encontrarse a la vuelta de la esquina. Evitar una confrontación armada, que involucre a ambas naciones, parece solo depender de la capacidad que tengan los Estados Unidos para dislocar aquella estrategia, denominada “Gray Zone Strategy”, con la que China ha podido ampliar agresivamente su poderío regional y, simultáneamente, eludir un choque armado directo con su principal adversario.

China es una potencia económica y militar que reconoce estar en desventaja (de poderío) frente a los Estados Unidos. Derivado de lo anterior, en las últimas décadas ha logrado desplegar una serie de tácticas disruptivas de baja intensidad, a lo largo y ancho de su esfera de influencia, las cuales se desarrollan en esa “zona gris” en la que no es posible distinguir entre un estado de paz y otro de guerra.

Esto es, China haciendo uso de un conjunto de recursos militares y no militares, y eludiendo en todo momento la confrontación armada, está empeñada en desplazar a Washington de todo el sudeste asiático y su región del pacífico.

Estrategia de la Zona Gris

Para efectos de carácter informativo, en este escrito definimos la “estrategia de la zona gris”, como un conjunto de recursos estratégicos con los que un Estado nación busca erosionar, sin el uso directo de la fuerza militar, la posición de ventaja que un estado rival guarda sobre determinados intereses y objetivos que suelen ser comunes para los actores involucrados.

Así, mientras las estrategias militares convencionales planifican el conflicto armado orientando sus acciones hacia el logro de una victoria decisiva, la estrategia de la zona gris lo hace, planificando una serie de pequeños logros, progresivos, que buscan en todo momento evitar el enfrentamiento militar. Lo anterior, considerando que quien hace despliegue de esta estrategia, está consciente de que se encuentra en una posición de desventaja estratégica y con una capacidad militar inferior.

Durante la Guerra Fría, tanto los Estados Unidos como Rusia hicieron uso (el uno contra el otro) de los recursos más añejos de esta estrategia: operaciones paramilitares encubiertas y manipulación de los estados aliados. Hoy en día, sin embargo, los recursos estratégicos a disposición se han multiplicado gracias al crecimiento económico y el desarrollo tecnológico: satélites, islas artificiales, operaciones de información, maniobras militares conjuntas, inversiones multimillonarias en países aliados, acuerdos comerciales con países en desarrollo, nuevas instituciones financieras, cadenas globales de valor y, por qué no, el uso sigiloso de globos aerostáticos, tienen la capacidad de ser utilizados como un conjunto de recursos disruptivos que, sin invocar el uso de la fuerza armada, pueden erosionar el orden internacional vigente.

China, Corea del Norte y Rusia han sido los principales agentes promotores de una estrategia de la zona gris: China, buscando una modificación parcial del orden internacional; Corea del Norte y Rusia, una modificación total. Tres países que, años atrás, decidieron enfrentar a Washington acudiendo a este juego táctico que tiene la virtud de poder prescindir de la fuerza militar, y evitar con ello un choque armado del que prácticamente saldrían derrotados. Rusia, tan solo hace un año, se vió obligado a abandonar el uso de esta estrategia.

El objetivo de la zona gris es evitar una confrontación armada directa. Rebasando, o violando, los límites de esta difusa región (gris), irremediablemente será detonada una acción armada que, si no se está en condiciones, puede resultar en una derrota para el agente disruptor.

China dentro de la zona gris

Resulta difícil concluir, que el globo aerostático que ingresó a territorio estadounidense, a inicios de este mes, responda a un acto de provocación premeditada por parte de China. Más difícil aún, sería el considerar que previo al encuentro programado entre el presidente Xi Jinping y el secretario de estado norteamericano, algún funcionario de Beijing haya decidido sabotear la celebración de dicho foro.

Lo único que podría quedar asentado, una vez alcanzado este desencuentro, es que ya han pasado 8 años desde que China anunciara públicamente el inicio de un programa de monitoreo global con tecnología aerostática (“Dream Come True”). Años, en los que no se había presentado un encontronazo de esta naturaleza. Ver: https://www.bloomberg.com/news/articles/2023-02-17/man-behind-china-s-dream-come-true-bolstered-balloon-program

Una siguiente aproximación consiste en precisar que el incidente del globo aerostático chino, al ser un recurso utilizado por la estrategia de la zona gris, ha encendido las alarmas sobre una amenaza de la que Washington está más alerta desde el año 2010.

De acuerdo al reporte estratégico del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, de aquel año: “Las amenazas a nuestra seguridad en las décadas por venir serán producto de las debilidades, y no de la fuerza, que exhiba un estado (agresor). El futuro paisaje estratégico (de los Estados Unidos) presentará, cada vez más, desafíos desde esa zona gris que no podemos definir como una situación de guerra o de paz” (Reporte Cuadrienal de Defensa, 2010, p. 73).

Rusia, hoy hace un año, decidió abandonar la estrategia de la zona gris. Una economía en continuo declive y un ejército que ha sido exhibido por una fuerza militar inferior (subsidiada), muestran que Moscú no estaba preparado para abandonar esta estrategia e iniciar una confrontación armada; etapa, a la que tarde o temprano se llega a través de la zona gris.

Para China sería un error replicar esta maniobra. Con una serie de acuerdos de cooperación y asociaciones estratégicas en toda la región del sur de Asia, América Latina y África, una flota de supuestos buques civiles que maniobran alrededor de un conjunto de islas artificiales, globos aerostáticos navegando por toda la circunferencia terráquea, más de 260 satélites de vigilancia espacial (datos del Departamento de Defensa de los Estados Unidos), una nueva ruta de la seda que asume la participación de 140 países, la diplomacia del COVID y una economía que ya cuenta con su propio sistema de mensajería financiera y bancaria (CIPS), China tiene poco que ganar y mucho que perder, si en estos momentos decide alejarse de la zona gris.

Por lo pronto, al haberse cumplido un año de guerra, Biden arribó a Ucrania y el encargado diplomático de Beijing, Wang Yi, se reunió con el mandatario ruso. El primero, con la pretensión de recordarle a Putin que el punto focal, que separa la guerra global de la paz, ya ha sido alcanzado (Schelling Point), y el segundo, para resolver el gran dilema que hoy agobia a Xi Jinping: seguir los pasos de su aliado -y alejarse de la zona gris- o, en su defecto, recordarle a Moscú que su amistad continuará, siempre que no desencadene una catástrofe de escala mundial -permaneciendo Beijing, dentro de la zona gris-.

¡Próximamente! veremos la forma en que China resuelve dicho dilema. Pero, ante todo, sabremos si ha logrado aprender la lección que deja Rusia a 365 días de iniciada su guerra.

José Manuel Melo Moya.

Maestro en Relaciones Internacionales por la Universidad Autónoma Metropolitana. Ganador de la “Medalla al Mérito Universitario”.

Posee diplomados en análisis económico, inteligencia y estudios prospectivos por la Organización de los Estados Americanos (OEA), Escuela de Inteligencia Antidrogas (Colombia) y la UNAM.

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