Inicio este comentario semanal extendiéndole mis más sinceras condolencias a la familia del muy estimado abogado Alberto Baca Vela, buen cristiano, excelente padre de familia y defensor de la vida, por su lamentable deceso.
Respecto al tema de hoy, deseo compartirles la siguiente reflexión:
Cualquier ciudadano medianamente preparado sabe perfectamente cómo opera la Ley de la oferta y la demanda. A mayor abundancia de un bien, mercancía o servicio; el precio baja, mientras que por el contrario a mayor escasez el precio sube.
Hay ejemplos muy simples: Un garrafón de agua potable cuesta en Veracruz unos $38.00, mientras que ese mismo garrafón en el desierto del Sahara, puede llegar a costar miles de pesos, si quien lo requiere sabe que no hay agua disponible en varios kilómetros a la redonda y el disponer o no del vital líquido, significa vivir o perecer de sed.
He puesto este simple ejemplo para demostrar que cuando algo escasea sube su precio y baja cuando hay abundancia.
En los países donde por decreto y sin analizar los costos reales se imponen controles de precios, termina provocándose una aguda escasez y el surgimiento de un mercado negro paralelo que resulta nocivo para las clases más desprotegidas.
Esto ya sucedió en México a finales de los años 70s y hasta mediados de los 80s. El gobierno decidió congelar los precios de muchos artículos de primera necesidad. Como los costos subían con la inflación y los precios permanecían fijos, muchas fábricas cerraron o bajaron su producción, porque entre más cosas fabricaban, más dinero perdían.
Hubo escasez de todo. Leche, desodorantes, pasta de dientes, jabones, champú y hasta moneda fraccionaria. El metal que contenía las monedas valía más que el importe asignado a éstas por el Banco de México. Toneladas de monedas terminaron en la fundición.
Al no haber moneda fraccionaria, en las tiendas nos daban el vuelto con chicles.
Ha habido otros casos bastante sonados. En cierto país latinoamericano le pusieron control de precios a la leche, no obstante que los insumos encarecían el producto. Al no ser negocio, los ganaderos mandaron al rastro a sus vacas, para tratar de recuperar una parte de la inversión hecha.
Al poco tiempo no había leche ni tampoco carne.
Esos son los resultados de ir en contra de las reglas universales de la economía.
Visité la URSS como turista en la época de Gorbachov. El dólar lo compraban los bancos del gobierno a 82 centavos de rublo por dólar americano, mientras que en la calle la gente pagaba 4 y 5 rublos por dólar. A esto se le llama economía ficción.
La cruda realidad siempre se impone siempre sobre las ocurrencias y también sobre las teorías desarrolladas detrás de un escritorio.
Menciono esto, porque ante el aumento en los precios internacionales del gas, que obviamente inciden en los precios del que se vende en México, el gobierno mexicano ha decidido crear una nueva empresa que presuntamente lo venderá a precios bajos.
Como los precios internacionales de este producto no los pueden controlar las autoridades mexicanas, ni mediarlos a base de producción local, para bajarlos artificialmente deberá subsidiarlos con dinero de nuestros impuestos.
Nos harán creer que esta decisión nos beneficia porque el gas resultará más bajo, cuando de nuestro propio bolsillo pagaremos la diferencia.
Eso no es todo: Para operar la nueva gasera del gobierno, éste deberá contratar una numerosa burocracia, también con cargo a nosotros para manejar la paraestatal que pomposamente se llamará GAS BIENESTAR.
Deberá además construir instalaciones para almacenarlo y comprar vehículos para distribuirlo.
Sucederá a la larga lo mismo que con PEMEX y la CFE. Se volverá GAS BIENESTAR un pozo sin fondo que intentarán cada año rellenarlo con fondos públicos, es decir, con nuestro propio dinero.
Lo malo es que probablemente para entonces muchas empresas gaseras que sí generan empleos productivos y pagan impuestos, habrán desaparecido por incosteables.
Es ahí cuando de no hacer algo pronto, el gas escaseará y empezará el mercado negro.
Quisiera en verdad estar equivocado. Pero por desgracia es la misma historia del gas cubano y del gas venezolano, que ahora tiende a repetirse en México.
Los pueblos que no conocen historia, cometen las mismas barbaridades.
Ojalá y se dé marcha atrás a esta ocurrencia, antes de que sea más tarde.
¿No les parece a Ustedes?
Muchas gracias y buen fin de semana.
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