La disputa electoral y otras cosas peores

Del fin del apapacho de antes a la realidad de ahora, se siente un cambio notable en donde las resistencias se dan en algunos grupos empresariales, decididos a quitar del poder al presidente Andrés Manuel López Obrador.

Son los del PRI de antes convertidos “por su propia necesidad, entiéndase interés” en auténticos operadores políticos que entran a la cancha como una gran jauría de amplia disposición a comerse a sus enemigos y adversarios de Morena, que son muchos.

El presidente AMLO, ya montado en la silla presidencial, desde el 1 de julio de 2018 en que se dio el famoso tsunami electoral de Morena, se ha tenido que centrar y concentrar en las resistencias empresariales, que son más peligrosas que las de los debilitados partidos políticos.

Por eso, en la cancha de la operación política AMLO se da un “agarrón” con algunos de los pocos grupos empresariales a la deriva, que hasta se les ve actuando, como si fueran un verdadero partido político, y por lógica en un encuentro disparejo de los ricos contra los pobres que lleva con determinación en la espalda el mandatario de la Cuarta Transformación.

Hay, a quienes no les han gustado las conferencias “mañaneras”, pero ahí están de morbosos y chismosos pegados a la televisión todos los días, atrapados y cautivos, para saber de primera mano lo que dice, anuncia, comenta y hasta analiza como un “Messi” en la cancha, el político tabasqueño, que se siente cómodo en ese terreno, y en donde con colmillo al estilo de los grandes, sabe cómo golpear a los árbitros, para que moderen sus decisiones.

Entre los partidos políticos después de dos años del auto-veto en la operación o quizás del Nocaut, aparecen en la palestra de la operación política y eso por los tiempos electorales el veracruzano, Dante Delgado de Movimiento Ciudadano, y el político-empresario, Ricardo Anaya, a quien se le ve con mucha decisión, ambos decididos a hacer el contrapeso de AMLO, luego del fracaso del “Gilbertón” de Nuevo León, que sólo duró unos minutos en la cancha con sus manifestaciones fallidas de FRENA (Frente Nacional Anti-AMLO) y le dio el mal de caballo.

Los de FRENA, no logran meterse en el ADN de la población, porque a la gente no les conviene que regresen, por ahora.

Dante Delgado, retornó a su tierra, después de nombrar delegado en Veracruz, en su estado natal a un joven brillante en la operación política egresado de la Escuela Libre de Derecho, como sus abuelos expertos en la operación política, se trata de Luis Roberto Carbonell de la Hoz-García Lizardi, en los apellidos se dice todo.

Este joven está diseñado para ser gobernador de Veracruz, la entidad más politizada del país, por ser nieto de don Manuel Carbonell de la Hoz (+) poderoso exsubsecretario de gobierno con el gobernador Rafael Murillo Vidal, y del amigo de Dante Delgado, Francisco Alcibíades García Lizardi, diputado local en Baja California.

El ex gobernador de origen alvaradeño, a su estilo anunció el retorno para dar una entrevista en jarochilandia, y salir corriendo de nuevo a su búnker en la capital del país, luego en la noche sacó a la luz pública la tercera carta de reclamos al presidente AMLO, quien no le perdona, que se le haya ido el ahora senador, en plena lucha electoral después de una de las tres intentonas fallidas por la presidencia. Dante se fue para no volver, ahora está arrepentido cuando ve la mesa puesta y tiene luchar por lo suyo.

La estrategia de Dante Delgado, quien entra al terreno como siempre en los tiempos electorales, pudiera decirse que está al nivel de la experiencia de AMLO y por lo mismo, quiere abollarle la corona, dicho en la metáfora en el proceso electoral 2020.2021, como el único en pie de lucha. Y quien tiene en la banca a su único aliado vivo de la juventud, el famoso

ideólogo y experto en Geo-política, Luis Feijóo Herrera.

En el caso del PAN de Ricardo Anaya, en la clásica alianza con el PRD, sale a la palestra, “sólo” de nuevo como un paladín de la justicia.

Los adversarios de AMLO, esperan que se les cuban otros como el PRI, y deberás hacerle contrapeso y un mayor equilibro al presidente López Obrador, para que no se sienta sólo en la cancha política y darle cuando menos la disputa necesaria, para acotarle y aunque sea contradecirle algunos puntos de sus proyectos políticos, que sabe que no son para veinte años y que sólo se puede quedar en un único periodo presidencial.

Cuando, así lo ha dicho sostenidamente por el peso y las artimañas de sus adversarios que les conoce, y se resisten por lógica a estar despegados de la “ubre” presupuestal y eso duele.

El tiempo dirá quién tiene la razón. Así las cosas.