Hace apenas unos días fue un gusto coincidir en los pasillos de la Universidad Veracruzana con el Doctor José Lorenzo Álvarez Montero, quien recientemente fue homenajeado por sus 50 años de servicio como académico e investigador y ahí con cierta nostalgia me expresó, que lo más valioso de su vida y trayectoria académica, han sido los amigos, esos que en el camino han sumado a su vida, algunos aún presentes y otros más que, aunque han partido, dijo, siguen ahí, en su memoria.
El momento fue oportuno para expresar su gran afecto a su amigo Manlio Casarín Navarrete, quien falleciera en el mes de julio; una irreparable pérdida, dijo, de uno de los más distinguidos académicos de la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana, quien, además -recordó- fue director de la Facultad de Derecho.
De ahí que me expresó, uno de los pendientes de aquel julio a la fecha era escribir unas líneas para recordar al dilecto maestro Manlio Casarín Navarrete, como un pequeño homenaje a su gran trayectoria y legado. El Doctor Álvarez Montero recuerda aquel momento en el que tuvo la oportunidad de conocerle, cuando él era estudiante de la Preparatoria Juárez y vivían en la misma calle, en la Segunda de Gonzáles Ortega.
Al Doctor Manlio, dice “le debo mis primeras orientaciones de cómo hablar en público, la postura que se debe observar, así como organizar algunos eventos, entonces estudiantiles, ya que el pertenecía a la Fesav, una organización estudiantil del Estado de Veracruz, en aquel entonces”.
Mas tarde, recuerda, la vida los hizo coincidir nuevamente, encontrándose como docentes en la Facultad de Derecho “siendo uno de los mejores catedráticos por sus amplios conocimientos sobre las materias que impartía”, además relata, tenía un trato afable y siempre impulsando a los jóvenes, a quienes -dice- en ocasiones organizaba para llevarlos a la ciudad de México a eventos académicos importantes o bien, para que conocieran y recorrieran las instalaciones de los poderes públicos.
Como pocos, dice, traía en la sangre ese amor por la enseñanza, impulso y apoyo a los jóvenes estudiantes. Recuerda que, en la Dirección de la Facultad de Derecho, el Doctor Manlio Casarín se desempeñó con toda diligencia y honradez, siempre pendiente para resolver los problemas de los estudiantes y atender las necesidades del plantel, siempre cercano a los jóvenes.
Al final un suspiro; un tanto melancólico dice “se fue Manlio como todos tenemos que irnos irremediablemente, pero lo recordamos porque deja la valiosa contribución de sus enseñanzas y sus afectos entre quienes tuvimos la oportunidad de tratarlo y saber que fuimos buenos amigos”.
Sus palabras sin lugar a duda me sacuden y reafirman mi pensamiento sobre la importancia de la amistad y de nuestro legado; sin lugar a duda, somos lo que hacemos y no lo que decimos y ese será el legado, todas y cada una de nuestras acciones en el ámbito donde nos desempeñemos; se llama congruencia, un valor intangible, pero sumamente valioso. A ello, se suman los amigos, esos que permanecen más allá del tiempo y la vida, así como lo ha expresado el Doctor José Lorenzo al referirse a su amigo el Doctor Manlio Casarín.
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