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Por Francisco J. Ávila Camberos
Columna:

Incongruencia total

2022-07-16 | 07:06 a.m.
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Uno de los factores que impide el desarrollo armonioso y consistente de cualquier nación es la incertidumbre. Ante la duda de lo que pueda o no suceder en el corto, mediano y largo plazo, los inversionistas nacionales y extranjeros esperan con cautela que se aclare mejor el panorama, para no arriesgar innecesariamente su patrimonio; especialmente cuando éste ha sido fruto de muchos años de trabajo, esfuerzo, ahorro y sacrificio.

La incertidumbre surgida del riesgo por la imposición de decisiones absurdas tomadas por los gobernantes, del surgimiento de problemas sociales, de inseguridad e incluso de la aparición de epidemias, sumadas a otros factores adversos, hacen que las economías pierdan dinamismo, lo que afecta la generación de empleos y el crecimiento de cualquier país.

Sin crecimiento, no mejora el nivel de vida de los ciudadanos, porque no habrá empleo suficiente para las nuevas generaciones.

Porque mientras la economía se estanca continúa creciendo la población. Al anhelar los jóvenes una vida mejor que la que tuvieron sus padres, si no encuentran oportunidades de empleo en su propia patria, emigrarán a otros países donde exista un modelo de libre mercado que al ser exitoso requiera importar mano de obra para atender las necesidades de su pujante economía.

En el caso de México, quienes se van ya no regresan, a menos que vengan de vacaciones.

De esa manera, los países subdesarrollados pierden el activo más relevante que tienen: La fuerza laboral de los jóvenes, cuya preparación y empuje es desaprovechado en su propia patria y aprovechado por otras naciones.

En lugar de promover la llegada a México de inversión productiva e innovación tecnológica, para generar empleos mejor  calificados y pagados y evitar así la emigración de nuestros jóvenes, el presidente López Obrador se ha dedicado permanentemente a ahuyentar a los inversionistas, cambiando a contentillo las reglas del juego, haciendo a un lado los compromisos hechos, desconociendo los tratados firmados, boicoteando la Cumbre de las Américas a la que lo invitó la máxima autoridad de nuestro principal cliente, país que por cierto nos compra el 82% de nuestras exportaciones y para colmo de males, lo amenazó con promover una campaña para desmantelar la Estatua de la Libertad si procesan a Julián Assange, prófugo de la justicia de ese país.

Con esta clase de actitudes, lo único que logra nuestro presidente es generar un encono innecesario hacia México y correr el riesgo de que se le cierren las puertas a nuestro comercio con la economía más grande del mundo, quien por si fuera poco es nuestro vecino.

Necesitamos un presidente que nos represente a todos y que con sentido práctico y no ideológico promueva el acercamiento de México con las naciones que pueden ser nuestros mejores compradores y aliados. Que no nos aleje de esos países por defender a los dictadores impresentables de Latinoamérica, a  quienes tanto dice admirar.

Hay que ser siempre dignos y prácticos, jamás dogmáticos, para no acabar distanciándonos de naciones primermundistas por insistir en acercarnos a modelos de corte socialista anacrónicos que no funcionan, ni funcionarán; porque solo producen pobreza al ir en contra de la propia naturaleza humana, que busca siempre mejores oportunidades de superación, bienestar y progreso, en un marco de libertad, pluralidad y legalidad.

Dichas oportunidades brillan por su ausencia en donde hay dictaduras.

La prueba de ello es que quienes quieren mejorar, intentan entrar a como de lugar entrar a Estados Unidos y Canadá, no a Cuba, Venezuela ni Nicaragua.

Es muy fácil ser socialista en México y vivir enchufado a la nómina del gobierno, gozando de un buen sueldo, viviendo de la política y del dinero público, sin producir nada útil.

Quienes así piensan, cuando pueden se van de compras a USA y algunos “afortunados” hasta compran su departamento allá, con lo que se llevan de acá.

Son rojos por fuera y blancos por dentro. Son socialistas en sus discursos y peroratas, pero jamás se irían a vivir a Cuba, Nicaragua o Venezuela.

Incongruencia total.

¿No les parece a Ustedes?

Muchas gracias y buen fin de semana.

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