En las crisis siempre aparecen héroes a los que la gente les concede características extraordinarias: valor, lealtad, inteligencia, fuerza o sensibilidad. Tener ese personaje a quien creer, querer, confiar o reconocer se convierte en una necesidad desesperada de la sociedad, a la que le urge tener motivos de esperanza cuando las malas noticias se acumulan.
En los sismos de 2017 se registraron muchas muestras de heroísmo. Sin embargo, quien conquistó el corazón de todos fue Frida, la perrita que participó en labores de rescate. De la noche a la mañana empezaron a surgir peluches, memes, edificios pintados con su carita, monumentos, playeras, etc. Todos los medios querían tener en sus instalaciones a Frida.
Estas figuras icónicas pueden ser espontáneos o creados como parte de una estrategia de comunicación, como es el caso del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, quien se convirtió en el rostro de comunicación del gobierno federal durante la pandemia provocada por el COVID-19.
Aunque el gobierno federal nunca se ha caracterizado por tener la mejor comunicación en situaciones de crisis, parecía que por primera vez acertaba en darle la vocería al subsecretario. Bien articulado, capaz de explicar de manera didáctica un tema tan complejo como la vigilancia epidemiológica y sus derivados, inteligente, agradable, con un tono de voz relajado, con esa apariencia de niño bueno incapaz de romper un plato, que no se fija en cómo se viste y por eso no importa que los sacos le queden grandes y los pantalones rabones, sonrisa tímida, de no mal ver. Era el científico alejado de grillas y politiquerías. Una imagen completamente distinta a lo que la gente está acostumbrada a ver en Palacio Nacional.
El funcionario fue aire fresco y las redes le dedicaron lo mismo en memes, que stickers de WhatsApp. Se le hicieron canciones, pósters, animaciones. La curiosidad fue más allá, se descubrió que de joven era rockero y por si todas esas características no eran suficientes ¡es soltero! Todo un agasajo para las revistas del corazón y de lifestyle.
Pero Hugo López-Gatell no es Frida. La naturaleza humana hizo lo suyo y los reflectores también. Poco a poco olvidó que justo su neutralidad era su principal blindaje. Comenzó a mimetizarse con el presidente Andrés Manuel López Obrador en su maltrato hacia los medios y empezó a tener una lógica más política que técnica.
El gobierno federal tampoco ha ayudado, pues ha emprendido una campaña de defensa demencial para proteger a su vocero. Si alguien cuestiona las cifras o el método usado por la Secretaría de Salud, hordas de bots y trols lo atacan. Si son exfuncionarios de salud o médicos y especialistas, es porque tienen intereses obscuros y, claro, porque son corruptos.
El video que subió el subsecretario el viernes en el que pretendía responder a las críticas de medios internacionales fue la clara muestra que ya fue contagiado de esa enfermedad degenerativa llamada politiquería. Su mayor defensa fue que se trataba de un ataque sincronizado.
Obligado por la presión, López-Gatell tuvo que reconocer que, efectivamente, hay un subregistro en el número de muertos. Incluso en una entrevista radiofónica dijo que no era posible conocer el número de contagiados y que creía que las cifras dadas a conocer por el periódico El País, de 620 mil a 730 mil, se quedaban cortas. Le sacaron a periodicazos lo que tanto trataba de evitar y su credibilidad fue herida de gravedad.
El funcionario señala que conocer esas cifras no es importante para tomar las medidas necesarias que permitan transitar la contingencia. Ojalá sea así, muy pronto el tiempo le dará la razón a él o a quienes lo han cuestionado.
Tomado de Excelsior
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