Al hablar de la historia de las mujeres, tenemos que hablar de lucha, segregación e imposición, pues durante siglos a lo largo del mundo, ha crecido una gran desigualdad de género, que tiene diversas raíces en la cultura o la religión, sin embargo, se ha venido perpetuando pese a la evolución de sociedades.
Actualmente en pleno siglo XXI la religión sigue siendo un pretexto para controlar el comportamiento de las mujeres, para someterlas a prácticas que incluso vulneran sus derechos humanos como negar el acceso a educación, obligarlas a mutilar su cuerpo o hasta forzar un matrimonio a temprana edad.
Si hablamos de los primeros años de una mujer, es común que antes de los 5 años las niñas comiencen a dejar de creer que pueden cumplir sus propios sueños, ya que la representación que hay de mujeres en diversos espacios es mucho más escasa comparada con la de los hombres. Los juguetes que las niñas suelen recibir, ayudan a perpetuar el estereotipo de que las mujeres únicamente tienen espacio en labores del hogar, donde su mayor aspiración y lo más natural sería que busquen formar una familia.
Incluso dentro del hogar, la capacidad de decisión puede verse disminuida por violencia económica, donde el control de todo está a cargo de un hombre. O peor aún, hay culturas o espacios donde la vida vale más según el género, por lo que se hace un aborto selectivo en cuanto se sabe que puede nacer una niña. Las mujeres han sufrido violencia sistemáticamente sólo por el género y enfrentan de manera continua múltiples historias que en su mayoría pasan al olvido.
En puntos geográficos como Irán, es totalmente legal disminuir el valor de una mujer, las decisiones que tomen no serán realmente suyas, deben pasar por la aprobación de un hombre, ya sea un padre de familia, hermano o cónyuge. Esta realidad no es ajena en comunidades donde una mujer vale lo mismo que la dote de un animal, donde el padrino es quien debe determinar la valía que tiene en el matrimonio o incluso un padre puede determinar con quién pasará el futuro una menor de edad, según convenga a la familia. Estas comunidades pueden estar dentro de nuestras propias fronteras.
Si bien hay historias de mujeres desaparecidas alrededor del mundo, donde el género es una amenaza a nuestra existencia, no podemos ignorar que México es parte de las estadísticas más alarmantes, donde 10 mujeres son asesinadas diariamente simplemente por su condición de mujeres. Un país donde la culpa es de la ropa, las aparentes malas decisiones que pondrían a cualquiera sobre riesgo, pero rara vez se señala como responsable a un violador o asesino.
De acuerdo a distintas asociaciones civiles y a la misma Organización de las Naciones Unidas, la educación es una de las herramientas más poderosas para lograr equidad de género, sin embargo, también educativamente sigue existiendo una gran brecha, pues en comunidades rurales hay limitantes que podrían resultar absurdas, pero son latentes, como el no poder ocupar un espacio de aprendizaje debido a la falta de productos básicos de higiene como las toallas sanitarias.
Otro punto que impida el acceso a oportunidades educativas son las tareas del hogar, la cercanía geográfica y la formación propia del hogar. Dentro de la misma segmentación del género, hay quienes gozan de ciertos privilegios, pero es innegable que sigue existiendo una constante diferencia entre la historia de la mujer y la del hombre. Aún más evidente es el control ejercido desde nuevas actividades y cómo pareciera que cada una de nuestras historias, pasa rápidamente al olvido.
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