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2020-12-24 | 10:48 a.m.
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A pesar de las adversidades y de los movimientos de los detractores en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador, muchos se sorprenden de que, al político tabasqueño, todo le sale bien en su gobierno, pero la respuesta es sencilla ante el interrogante, es muy simple, AMLO trabaja mucho, duerme poco y descansa menos.

A pesar del deseo de andar supervisando obras y de mantener un contacto directo con la gente, se ha tenido que suspender la gira de fin de semana por la ciudad de México, con fines de evitar que la gente no se aglomere y por lo mismo se les ponga en peligro al contagio de Covid-19.

La odisea del presidente, primero de derrotar a los noventa años del priismo y de sus aliados, y luego de resentir los fuertes encontronazos con los desesperados empresarios que se acostumbraron a no pagar impuestos y la condonación fiscal, desde luego que andan molestos y no duermen pensando en que pronto se les acabe su propia pesadilla.

Y por lo mismo, luchan –sin fuerza- porque al portarse mal como empleadores y regatear prestaciones, los patrones andan molestos con los efectos de la pandemia y por lo mismo se les han negado a lo que tanto se acostumbraron a los salvatajes con créditos a fondo perdido, y ahora todos están bajo un mismo rasero, y enfrentando una misma realidad.

Lo cierto, es que el presidente López Obrador, ahí la lleva y en un año el más difícil de la historia, ha puesto a trabajar a todo el sector salud a todo vapor, y además con toda la caballería de apoyo del ejército y la armada, lo que, por supuesto es una garantía de buenos resultados en una labor conjunta, pero también se ha tenido el respaldo de los hospitales y clínicas del sector privado ante una pandemia que aún se encuentra en los niveles más peligrosos de contagios exponenciales y el exhorto a toda la población es a quedarse en casa, extremar las medidas sanitarias y evitar las fiestas y reuniones en la temporada decembrina.

Por primera vez en mucho tiempo, en México se han tenido que suspender las posadas y además las cenas navideñas en los centros laborales, y como se dice ahora la fiesta puede esperar, porque primero está la salud de todos.

El fin del ciclo de un año difícil, con una Navidad más espiritual y en familia, sin tanta luz y aspavientos de la celebración de antes con cena y bebida, ahora se hará con una mayor cercanía de los auténticos principios el de la oración y los buenos deseos entre unos y otros.

La filosofía de una religión cristiana que en los tiempos del Papa Francisco se ha fortalecido en la humildad, la misericordia y en el perdón, elementos clave de la vida y martirio de Jesús de Nazaret, que se ha convertido en un bálsamo para millones de creyentes en el mundo, que han regresado con mucha fortaleza a una fe renovada y motivada por los momentos difíciles y los efectos del año más triste de todos los tiempos, pero que ha llevado al mundo a ser más resistentes y solidarios en el factor humano, en lo que se reconoce como resiliencia.

Las palabras de fe con el aliento y la esperanza de que pronto se superen todos los males de una pandemia que ha puesto al mundo en una verdadera radiografía del ser humano en sus fortalezas y debilidades.

Las torres más altas que se han caído -como Donald Trump en EU- y la fe que se ha fortalecido entre la propia gente unida en un mismo fin de protegerse y de cuidarse de un mal invisible de un virus peligroso y letal, pero que también ha dejado ver no nitidez de los errores, fallas y ausencias de los gobernantes en muchos países del mundo, que han quedado perdidos en la soberbia y la lejanía de cumplir con su misión de servir a la población, como la ha sostenido en forma reiterada el destacado consultor español, Antonio Sola.

Ahora, el exhorto es más serio y más profundo en los tiempos electorales a reflexionar el ejercicio del voto y ya a no caer en las falsas promesas de los políticos que quedaron en la evidencia de que después de ganar una elección de olvidan de sus compromisos.

Por eso, las cosas caen por su propio peso, y luego andan desesperados llorando y rogando por los votos. Y lo cierto es que la gente ya no les va a creer.

A disfrutar de la Navidad en el seno del hogar y con la familia en reducción de participantes y a usar las medidas sanitarias, además de las herramientas tecnológicas para celebrar a través de las videoconferencias y darse los buenos deseos como nunca antes con alegría y esperar el milagro de que pronto todo pase, y retorne la nueva normalidad. Así las cosas.

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