Él nació en tierra caliente, una localidad pantanosa. Relata el colega Javier Marín que el tabasqueño tiene inserto en su estructura genética, una peculiar composición que lo impulsa de manera natural e histórica a provocar el desacuerdo, el rompimiento con sus semejantes, que incluso lo pueden llevar a la autoinmolación.
La región tabasqueña es identificada como un Edén, donde su gente es alegre y bullanguera, pero también necia que raya en lo imprudente por su actitud explosiva.
Ella es reconocida como uno de los personajes políticos más influyentes y poderosos del mundo. Es fisicoquímica. Tiene la astucia de las serpientes y la sencillez de la paloma.
Él, como el gavilán, ataca por sorpresa como técnica de caza; vuela muy alto y cree someter al viento; de repente, se deja caer sobre su “presa”, la atrapa y sigue su rutina mañanera. Con gran firmeza asegura que desde hoy el Covid- 19 decrece en varios estados de la República.
Y subraya: “No es posible que afecte tanto una pandemia en lo económico, en lo social. Vamos bien porque se ha podido domar, se redujo el contagio; se volvió horizontal, se aplastó la curva”.
Sus seguidores le creen ciegamente. Sus opositores y millones de mexicanos no. Dudan que el virus sea eliminado de “golpe y porrazo” porque saben que la mentira es consustancial a la política.
Ella, en referencia al coronavirus, precisa: “Está cambiando la vida de nuestro país en forma dramática. Esto es en serio, tómenlo en serio también. Desde la segunda guerra mundial no ha habido un desafío para nuestro país que dependa tanto de nuestra solidaridad. Depende de todos”.
Mientras él difunde que la pandemia le vino como “anillo al dedo” para afianzar el propósito de la 4T, ella sostiene que “esto es parte de una democracia abierta: transparentar las decisiones políticas y explicarlas. Que justifiquemos y comuniquemos nuestras acciones de la mejor manera posible para que sean comprensibles”.
El de tierra caliente, identificado por muchos como luchador social, el que dice lo que piensa y que su pecho no es bodega, tiene la certeza de exterminar la pandemia por lo que podrá reactivar sus giras de trabajo. Solo espera el “campanazo” de su funcionario “estrella” Hugo López Gatell para iniciar los recorridos.
Ella, que ha destacado por el manejo eficaz de la crisis económica en su país --ejecutando una férrea política de austeridad y disciplina--, reconoce que la situación es grave y está latente.
“Nuestra idea de la normalidad de la vida pública, de la interacción social, todo está siendo puesto a prueba como nunca antes. Creo firmemente que tendremos éxito en esta tarea si realmente todos los ciudadanos la ven como SU tarea”, puntualiza.
“Serenos, tranquilos, tenemos capacidad para enfrentar esta situación del coronavirus” y, confiado en sus datos, el del Edén predicó en su momento que al Covid-19 había que desafiarlo con abrazos. Y lanzó a los cuatro vientos: “Detente enemigo, el corazón de Jesús está conmigo”.
En cambio ella, que adorna su oficina particular con una imagen de la zarina de origen alemán, Catalina la Grande, estima que “la distancia es una manera de evitar el contagio. Y reflexiona: como gobierno siempre reexaminaremos lo que se pueda corregir, pero también lo que aún pueda ser necesario”. La humildad ante todo.
Él es un Presidente que centraliza el poder e impone su voluntad “porque no es florero”; con sorna critica a la prensa mexicana (también a la extranjera) calificándola de “amarillista”. Y conmina a los periodistas a convertirse en cajas de resonancia de la pandemia.
Ella es una Canciller fuera de serie; fría, calculadora y muy respetada. Un personaje de la política internacional que valora a “los periodistas que confrontan a un gobierno y a todos los actores políticos, con una perspectiva crítica contra los totalitarismos, especialmente en los tiempos actuales marcados por el coronavirus, y la necesidad de discernir entre información veraz y mentira”.
Él, es Andrés Manuel López Obrador.
Ella, Ángela Merkel.
Él necea de manera obstinada en eliminar la corrupción y la impunidad, pero los “esfuerzos” han fracasado. Salvo honrosas excepciones, sus colaboradores son ineptos, arrogantes, mezquinos y carentes de sensibilidad política. La pandemia le dio “el tiro de gracia” y complicó –aunque él tenga otros datos-- el escenario político, económico y social llevándose entre las patas a la cuatroté.
Ella, con “un temperamento de hierro”, es la primera mujer que ocupa la cancillería y la primera también en gobernar Alemania desde los tiempos de la emperatriz Teófano Skleraina (956-991).
Somos el hazmerreír del planeta. Si el gobierno no da marcha atrás en sus estrategias erróneas, nos hundiremos como marionetas en las aguas fangosas del pantano de las ocurrencias.
Hoy se levanta el telón para realizar ciertas actividades con la intención de “revivir” la economía, pero existe el gran riesgo de que se produzcan contagios masivos.
Y eso sí calienta.
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