En el mundo, Satanás hace lo mismo que hizo en el huerto del Edén, ofrece pecado para que el hombre muera y no herede el reino de Dios. (Génesis 3). El tienta all hombre con viandas codiciables de adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas. (Gálatas 5:19-21). Estos son los frutos de iniquidad que a los ojos del hombre son codiciables, pero que Dios prohíbe comerlos porque conducen al pecado y a la muerte espiritual. Para el hombre simple y falto de sabiduría, todo lo que ofrece el mundo es bueno, pero para los hijos de Dios, aunque parezca bueno, es malo, porque no obra la voluntad de Dios. El Señor Yahshua dio a entender que en el mundo está el mal que daña al hombre. Recordemos que el Señor Yahshua oró al Padre por sus discípulos para que los guardara del mundo poco antes de ser entregado por Judas a los sacerdotes y fariseos, y dijo: no ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. (Juan 17:15; 18:3-5). En el mundo está el mal, un modo de vida que no se considera correcto o adecuado de acuerdo con la voluntad de Dios. El Señor Yahshua dijo: el príncipe de este mundo nada tiene en mí. (Juan 14: 30). El Señor es Santo, es amor, es justo, es misericordioso; pero en Satanás hay odio, mentira, crueldad, injusticia, maldad, y de todo esto, están llenas las corrientes del mundo donde gobierna el príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, aquellos que andan en los deseos de su carne, haciendo la voluntad de su corazón y de los pensamientos. (Efesios 2: 1-3). Satanás tiene guerra contra el hombre, no solo tiene la capacidad de tentarle con el fruto codiciable que alimenta la carne, sino también, tienta su mente. El diablo habla a tu mente y te envuelve en pensamientos negativos que debilitan tu fe y te producen estrés, ansiedad, angustia, y tensión, esto te roba tu paz y afecta tú salud y tú autoestima. El diablo a través de sus demonios, lanza dardos de fuego que envía a tu mente para hacerte comer sus mentiras y caigas en trampas que producirán dolor y daño a tu vida. Pero para este mal, debemos acercarnos al Señor en oración, solo en Él podemos encontrar ayuda y fortaleza. El apóstol Pablo aconseja tomar el escudo de la fe, con el cual podemos apagar todos los dardos de fuego del maligno. (Efesios 6:16). Tengamos cuidado de no flaquear en la fe. Sigamos el ejemplo del Maestro que oró en Getsemaní cuando estuvo angustiado y recibió fortaleza. (Mateo 26: 37-39). ¡No nos descuidemos en el camino espiritual, estemos siempre firmes siguiendo el blanco perfecto que es nuestro Mesías! ¡No declinemos nuestros pasos hacia los caminos del mundo! ¡Los deseos carnales nos roban la vida y morimos! ¡Los dardos de fuego lanzados a nuestra mente destruyen nuestra paz y armonía! Pero ya sea que fuere en la carne o en los pensamientos, debemos velar y orar para que no entremos en tentación, porque el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. (Mateo 26:41). Definitivamente no podemos salir del sistema del mundo lleno de pecado y tentación, pero sí caminar en obediencia a los mandamientos de Dios santificándonos cada día. La palabra de Dios dice: y el mismo Dios de Paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Yahshua. (1 Tesalonicenses 5:23). Del Señor viene nuestra fuerza para santificarnos, solos no podemos, lo necesitamos a Él. Son sus mandamientos, su amor, y el temor a Dios (respeto, reverencia, admiración sumisión y obediencia) quien nos dará la victoria para no comer del fruto del árbol prohibido. Estos frutos codiciables siempre estarán en el mundo para nuestra perdición, esa es su táctica de guerra de Satanás, él está día con día tentándonos, esperando pacientemente que se consuma el pecado para muerte espiritual. ¡Tengamos cuidado con lo que nos ofrece el mundo! Desistamos y démosle la espalda a sus ofrecimientos, haciendo esto, seremos vencedores.
Amado lector: Satanás se ha convertido en el enemigo número uno del hombre. El odia al hombre porque Dios nos hizo a su imagen y semejanza, capacitados para estar sobre todo lo creado en la tierra, y para adorarlo y honrarlo como Dios y Padre nuestro. Por esta razón, vino a ser guerra contra todos aquellos que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Yahshua. (Génesis 1:26,30; Deuteronomio 10:12-13; Apocalipsis 12:17, 9). El apóstol Pablo señala: Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. (Efesios 6:12). El arma de Satanás sigue siendo el fruto de labios que está prohibido comer. (Génesis 2:17). ¡Digamos NO a todo lo que nos ofrece el mundo! ¡Vengamos a los pies de Yahshua en busca de nuestra salvación para entrar en su Reino!
El Señor es nuestra fortaleza y nuestro escudo, confiemos en Él, y nos ayudará. Gocémonos en Él y alabémoslo porque es nuestro refugio y salvación. El Señor nos salvará de todo mal, y nos bendecirá y sustentará en todo tiempo.
Amado lector: si aún no has venido a los pies de Yahshua, te invito que lo hagas en esta oración de fe. Di así: Amado Dios, Todopoderoso y Eterno. Te doy gloria, honra y alabanza porque tú eres el único Dios. Ni antes ni después de ti hay Dios. Con un corazón dispuesto vengo reconociendo ser un pecador porque he comido del fruto prohibido. He comido las viandas de placer que ofrece el mundo. He comido el fruto del árbol que tu prohibiste comer ¡Y cuanto me arrepiento! Señor, aquí estoy muerto en mi espíritu, pero hoy te pido perdón. He decidido venir a ti porque tú eres la resurrección. ¡Dame vida Señor! Y ayúdame a nunca más comer de las viandas del mundo. Creo que eres el Hijo de Dios, resucitado de los muertos, y estás sentado en gloria. Hoy te ofrezco mi corazón para que gobiernes mi vida. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. Amén. Paz de Yahshua.
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