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Fortaleza ante el colapso mundial

2020-03-24 | 07:35 a.m.
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A pesar del colapso mundial que representa la emergencia sanitaria por el Covid-19, la conciencia colectiva de solidaridad es la que sacará adelante a la humanidad en esta la más difícil experiencia que en materia de salud se está dando en la historia del planeta y le tocó vivir a los de la presente generación.


Las acciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la pandemia han sido muy claras y precisas, desde que apareció el mal en China.


Ahora toca a los seres humanos actuar con responsabilidad en aras de una protección personal, familiar y colectiva para evitar el contagio exponencial del coronavirus.


En algunos países, las medidas para evitar que la gente salga de sus casas, han sido muy drásticas, en otros la conciencia ciudadana es la que está imperando, y las familias permanecen aisladas en sus domicilios.

En muchos casos, la gente que sale a busca el pan del cada día para el sustento, se ven obligados a seguir en la lucha diaria, hasta que la pandemia tome otros rumbos insospechados.


En México, la población tiene experiencia y es disciplinada, por lo que no se requieren medidas extremas como sucede en Perú, en donde el gobierno decretó el toque de queda, y en aras de ejercer el temor entre la gente, elementos del ejército salen por las noches a amedrentar a los ciudadanos a los que les impiden asomarse a las ventas, en una medida fuera de todo razonamiento. Las medidas radicales atemorizan a la población ante los disparos para disuadir a la gente a salir a las calles en la emergencia.


En otros lugares del mundo, hay quejas de que los respiradores no alcanzan para dar atención a los contagiados que son atendidos en hospitales y clínicas, aquí la denuncia de muchos es porque a los viejitos les retiran el respirados para darlo a una persona más joven.


Las medidas en las ciudades en Europa en donde el contagio superó exponencialmente a las áreas de salud, se colapsó a toda la infraestructura que es insuficiente para dar atención a los miles de contagiados.


La razón y la conciencia de los mexicanos es importante, en estos lares la gente tiene experiencia en estas emergencias, por lo que no hay necesidad del toque de queda o de ejercer el imperio de la fuerza.


La gente es disciplinada y acata instrucciones, sólo salen a las calles a comprar medicamentos y alimentos, aunque una minoría sale a buscar para el sustento diario, a causa de la necesidad y de vivir en la pobreza.


Las medidas de los tres niveles de gobierno han sido cautelares y provisorias, por lo que el mal está siendo controlado gracias al trabajo coordinado y solidario de todos entre autoridades y sociedad civil.


La recomendación elemental es no salir, y aplicar las medidas de limpieza personales y de todo lo que la gente ya sabe para disminuir el riesgo del contagio.


En el país en donde se dice que la vida no vale, caemos en cuenta que ese viejo mito, falaz y caduco, ya está en desuso porque los mexicanos son parte de un pueblo, estoico y unido ante la adversidad, por lo que, quienes están empeñados en desinformar para provocar caos o inestabilidad política, simplemente en la contingencia nadie les hace caso.


El clamor general de la gente es el de la fe en Dios, y en retornar a una vida espiritual, con este recogimiento obligado que se da como nunca antes como si se tratara de una guerra silenciosas en donde el enemigo es uno en contra de toda la humanidad.


Claro que se saldrá con la victoria y esto se trata sólo de meses, es sólo de tiempo, para que retorne la calma y se controle el mal, aunque es cierto el mundo ya no será el mismo y a partir de esta época el ser humano, inicia una nueva era con fines de regresar a la felicidad y la paz entre unos y otros, entre las naciones.


Este lunes 23 de marzo se recuerda el magnicidio de Luis Donaldo Colosio Murrieta, un candidato presidencial en México, que quiso cambiar a las estructuras nacionales y se encontró con la muerte ante su filosofía de reivindicación por los pobres, por aquellos con lo que se hizo famosa la frase del discurso lapidario que sepultó al viejo régimen: “Veo un México con hambre y sed de justicia”. Así las cosas.

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