Pertenezco a una generación donde para que los padres nos dieran nuestro domingo, teníamos que ganárnoslo primero ayudando en las tareas de la casa, haciendo mandados y sacando buenas calificaciones en la escuela. Esa sana práctica nos ayudó a quienes éramos niños a aquilatar el valor del trabajo y también a entender que para recibir dinero primero se necesita invertir en esfuerzo y dedicación, pero sobre todo a dar buenos resultados.
También la mayoría aprendimos que el dinero había que cuidarlo, porque nos había costado trabajo ganarlo. Muchos llegamos a ahorrar una cantidad modesta para poder atender algún imprevisto.
Cuando fui padre de familia traté de inculcarle a mis hijos la misma enseñanza que recibí de mis progenitores.
Si querían su domingo tenían que ordenar su cuarto, lavar el coche y bañar a los perros; además de obtener buenas calificaciones.
El dinero dado a los jóvenes sin que hagan esfuerzo alguno, no ayuda en su desarrollo.
Hay quienes aprenden bastante rápido que pueden obtener lo que quieren con solo pedirlo o incluso exigirlo, sin que tengan que ganárselo primero.
La vida no así.
En todo hay competencia. Quien no se supera, se estanca y no progresa. Quien no aprende a trabajar de joven, de adulto ve el trabajo como una carga, como un castigo y termina fracasando.
Conozco empresarios que han sido triunfadores desde muy jóvenes. Al averiguar la razón de su éxito me entero que empezaron a trabajar desde pequeños en algún negocio familiar o ajeno. A los conocimientos que les impartieron en la escuela, sumaron los que les enseñó la universidad de la vida.
Todo esto lo comento porque a la juventud actual el gobierno les regala dinero sin importar si sacan buenas calificaciones y si asisten con regularidad a la escuela. Esto, desfonda el erario público y reduce la inversión en infraestructura, educación y salud.
Necesitamos mejores servicios, no dinero regalado a quienes no se lo ganan porque no se les exige nada a cambio, lo cual a la larga fomentará la flojera y la exigencia de recibir sin merecer.
Ese dinero pagado sale del bolsillo de nosotros los contribuyentes, no de los políticos que quedan bien con sombrero ajeno, sacrificando la inversión pública que tanto necesita nuestro país para avanzar.
Creo que las cosas deben de cambiar siempre para mejorar, no para conseguir simpatías artificiales que más tarde se convertirán en votos.
¿No les parece a Ustedes?.
Muchas gracias y buen fin de semana.
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