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Por Francisco Blanco Calderón
Columna:

Encrucijada por definir el modelo de país

2022-08-14 | 07:00 a.m.
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Dos procesos electorales destinados a definir el rumbo del país, 2023 con Coahuila y Estado de México y el 2024 con la Presidencia de la República, todo el Congreso federal: diputados y senadores, varias entidades federativas, con sus congresos locales y alcaldías. Dos procesos que determinarán si México regresa al saqueo desmedido y entrega de los recursos naturales y energéticos a las grandes trasnacionales y con su consabida derrama de moches, designación de puestos gerenciales en ellas y sobre todo integrar a sus cómplices en los consejos de administración. La corrupción en su más elevado nivel, que arrastra a presidentes, legisladores, funcionarios públicos, dirigentes partidistas y gremiales, profesionistas y académicos, así y como la pléyade de analistas políticos, reporteros, conductores de radio y televisión e intelectuales entregados al poder político y sometidos por el poder económico.

Dos fuerzas políticas confrontadas por defender dos modelos de país totalmente diferentes: uno sometido al capital y el otro al servicio de las mayorías. Es un todo o nada, es el juego de la pirinola con toma todo, el juego de póquer con escalera o cuatro ases. No hay de otra, eso se decidirá en las urnas, con el INE inclinado hacia la parte de la visión neoliberal, o de la visión de una población que decidirá, pese al acarreo desmedido, preñado de urnas, violencia tolerada, compra de votos y el clásico mapacheo cínico de siempre.

Dos bloques de partidos políticos PRI, PAN, PRD y su chiquillada doméstica, un MC que al parecer jugará solo con el hijo de Colosio y Morena, PC y Verde. Una parte tratando de recuperar al país que perdieron en el 2018, la otra buscando mantenerse con el poder del pueblo y un tercero -mediador- sin definición ideológica que anhela convertirse en la segunda fuerza política de la nación.

Junio 2023 y 2024 se decidirá o se reimplanta lo perdido o se conserva lo alcanzado, o se regresa a la entrega de toda la riqueza nacional o se consolida la cuarta transformación. Eso se decidirá solo en las urnas. No hay de otra.

Pese a los grandes esfuerzos por desestabilizar, mediante, los escándalos mediáticos, las fake news, los robots, influencer, que día a día durante los años de la 4T en el poder, tanto en los medios convencionales de radio, televisión y prensa escrita como de las distintas modalidades de las redes sociales, como en Facebook, YouTube, Instagram, Twitter, telefonía celular y correos electrónicos.

La oposición, sin disponer ahora del recurso público, sobrevive con los fondos de los organismos privados y de empresarios empecinados en recuperar el modelo de nación perdida.

“Las votaciones siempre dejan lecciones. Aprender de ellas es la única forma de avanzar políticamente. El último proceso electoral nos debió dejar grandes enseñanzas, pero por lo que estamos viendo, nadie aprendió nada. Primero, por supuesto, están los perdedores. Los partidos no saben manejar un discurso autocrítico, que les vendría muy bien, sino que tratan de vender sus catástrofes como triunfos.  Esto no significa que al interior no hagan análisis más realistas, pero la imagen que presentan da la impresión de que hay que decir “gané” por más duro que sea el golpe. Y esto es un problema para toda nuestra democracia. Sería muy refrescante ver a los líderes de PRI, PAN o PRD hacer un balance serio de por qué no están logrando reposicionarse y construir alternativas de discurso, de proyectos y liderazgos. También, saber cómo piensan hacer algo al respecto. Pero los hechos son claros: Morena, con sus alianzas, pasó de no tener gubernaturas en 2018 a controlar 22 estados ahora. El PRI, de 18 pasó a solo 3. Si eso no es un llamado a hacer una reflexión, no sé qué lo sea. El PAN tampoco está mucho mejor y el PRD está a punto de desaparecer. Pero en lugar de darse cuenta de por qué la gente les perdió la confianza y lo que están haciendo electoralmente mal, celebran.

Un punto importante es que el PRI construyó una cultura política de oportunismo, deslealtad y de “sálvese quien pueda”. No deja de ser notable que de las cuatro candidaturas de Morena, tres eran fieles miembros del priismo hasta hace pocos años.

Dos ganaron. Sus gobernadores, para recibir un nuevo puesto o cuidar su futuro legal, operaron sus redes clientelares a favor de Morena. Porque como priistas, saben que siempre conviene más estar del lado del poderoso que del perdedor. Sobre todo, cuando el poderoso ha demostrado que siempre está dispuesto a usar el poder judicial para premiar o castigar. Así, Morena ha sido hábil en cooptar sus cuadros y estructuras para obtener más poder, volviéndose un partido cada vez más fuerte”.

(Oposición sin rumbo. Andrés Pascoe Rippey. Cuestione.com).

No solo es oposición sin rumbo, lo más grave es que sin Proyecto de Nación, se han dedicado más a la crítica mordaz, a congraciarse con medios y analistas resentidos, con azuzar a los capitales extranjeros a no dejarse expulsar, a refugiarse en las iglesias no para orar sino para increpar al clero conservador, a utilizar mañosamente las redes sociales para el insulto, la mentira, las mentadas de madre que buscan recuperar el terreno perdido en el poder político aun aliándose desmedidamente con el poder económico, su único y real financiador de la guerra sucia emprendida.

En cambio, Andrés Manuel López Obrador en su larga trayectoria de oposición. Llega tras un largo, larguísimo, recorrido por todo el país – más de tres veces-  en casi la totalidad de las comunidades y ya en la Presidencia retoma su experiencia como Jefe del Departamento de la ciudad de México al entrar en contacto diario, si diario, durante toda su administración en la que aclara, propone, denuncia, critica, de todos los males en los últimos seis periodos presidenciales. No da tregua, insiste con astucia, malicia y sobre todo claridad, que todos los males tienen un eje: los partidos y gobiernos opositores, con gran respaldo de redes sociales pese al distanciamiento feroz de los medios convencionales.

Ante esta confrontación el pueblo decidirá, pese a todo a su conciencia, o se da marcha atrás o se continúa en la construcción de un futuro promisorio para el país.

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