La sabiduría popular sostiene, que los pueblos tienen el gobierno que se merecen; y que, su origen y poder, se basa principalmente en la capacidad de decidir y elegir, quien o quienes deben ostentar la representación gubernamental y ejercer las facultades que se le otorgan.
Imprescindible, tener siempre presente, la esencia y características de todo gobierno que nace y se desarrolla en una democracia; nunca olvidar, que la ciudadanía y la sociedad son el origen y destino de la representación y acción gubernamental. Se elige o nombra al servidor público para que sirva y atienda, para que cumpla y haga cumplir: y, desde luego, para que informe, rinda cuentas y sea evaluado en su trabajo y resultados.
Y también, hay que considerar que, como toda organización, los diversos ámbitos de gobierno están sujetos a la capacidad y eficiencia que demuestren, para alcanzar metas y objetivos, así como enfrentar y combatir las diversas formas de delincuencia, favorecida en muchos casos, por inocultable incapacidad e ineficiencia, que favorecen y fortalecen corrupción e impunidad.
Así, obligado insistir en el tema de siempre, el del imprescindible buen funcionamiento del sector público en general, porque con toda razón se asegura que, en muchos aspectos, es cosa de vida y muerte.
Forzoso gobernar al gobierno, para asegurar, que todos y cada uno de sus ámbitos y formas se integren, coordinen y funcionen; y que los servidores públicos, sin excepción, sirvan para bien de toda la sociedad y no solo de unos cuantos.
¿Cómo fortalecer el combate a la ineficiencia, la corrupción y la delincuencia en los gobiernos?
Funcionar bien, y atender a todos, son y deben ser, principios básicos que caractericen siempre el funcionamiento de organismos públicos y dependencias gubernamentales.
La elección es importante, pero lo determinante es asegurar la participación permanente del ciudadano y la sociedad. Esto exige precisar que elegir es solo una parte y que, lo definitivo y determinante es fortalecer siempre, el acceso a la información, la rendición de cuentas, la fiscalización y la evaluación social.
Bien podría resumirse, que es vital ampliar y fortalecer la participación social; y, sobre todo, evaluar y fiscalizar a los gobiernos, para identificar y diferencias buenos, regulares, malos y peores. Fortalecer unos, basados en sus buenos resultados; y, desde luego, impugnar e inhabilitar los otros que, por sus errores e incapacidades, y hasta por sus perversidades ocasionan pérdidas y retrocesos a la población.
Insistir y repetir. Empezar por identificar y asegurar lo que en verdad se haga bien; así como, señalar y denunciar el error y lo mal hecho, y sus responsables. Y, al mismo tiempo, garantizar que se extiende la cobertura de atención, para llegar a más y a todos.
Lograr más y mejores gobiernos, es sin duda una de las prioridades que debe entenderse y practicarse, en toda actividad política responsable. Actividad que, sin duda, sigue siendo afectada y utilizada, por un sinnúmero de vividores, parásitos y delincuentes.
La democracia de nuestro tiempo exige teoría y práctica, basada y comprobada en hechos, en buenos resultados.
La democracia no es, no puede ser solo derecho a votar y elegir, de tiempo en tiempo, a quien tenga la mayoría. Estamos obligados a entender y promover la idea de que hoy, es más que elegir; y que su esencia, mejoramiento y futuro, están sujetos a la participación y evaluación ciudadana y social permanentes.
En la Democracia, no se entrega una concesión, ni se traspasa una representación y mucho menos un negocio. No se trata solo de votar y dejar que electos o nombrados hagan y deshagan. Imprescindible establecer control social de los gobiernos, con participación ciudadana verdadera y efectiva; y asegurar, en todo caso, su evaluación permanente, basada en el conocimiento público, la capacidad profesional individual y de grupo, apoyadas en nuevas tecnologías, y fortalecidas por una comunicación social, más amplia e intensa.
Objetivo central es, que se pueda hablar de todos los temas y áreas de actividad gubernamentales.
Teniendo siempre presente que hay, no solo un derecho a saber y exigir la información; sino también, hay una obligación ineludible de informar efectiva y puntual, que se debe exigir siempre. Además de otros asuntos públicos prioritarios, como la seguridad pública real y efectiva, que garantice la vida en convivencia civilizada y pacífica; el permanente y puntual abastecimiento de servicios de salud y medicamentos, a toda la población; la dotación suficiente, accesible y continua de los diversos tipos de educación, desde la básica hasta la profesional y de especialización; el ineludible deber de garantizar el acceso a la información y la obligación de informar; el esfuerzo por lograr buenos gobiernos, a partir de la efectiva y previsora política de finanzas públicas, basada en la obtención de suficientes recursos y su administración eficiente; y otras tantas actividades oficiales que la sociedad reclama.
Sin duda hay que gobernar al gobierno, hacer que sirva. Nuevas condiciones, cambios y múltiples efectos, transforman a las instituciones gubernamentales.
En todas se ha tenido y tiene que reconocer limitaciones, mal funcionamiento y lucha de intereses personales y de grupo, empresariales y políticos.
En todo caso, siempre oportuno identificar y respaldar al buen servidor público.
Oportuno reiterar, el abierto e inmediato reconocimiento y apoyo, a todo el personal de servicios de salud. No es posible ignorar, minimizar o menospreciar el esfuerzo que hacen en todos los frentes y en todo momento, las mujeres y hombres tanto en la atención médica, hospitalaria, como en el seguimiento y apoyo a pacientes y personas enfermas.
Todos los integrantes del sector salud, merecen más comprensión y respaldo verdaderos. Todos tienen derecho a mejores condiciones de trabajo, en la realidad y no solo en el discurso oficial.
-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH
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