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Por Salvador López Santiago
Columna:

Elementos irreductibles al comunicar

2024-01-28 | 07:12 a.m.
Elementos irreductibles al comunicar
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“Lo que eres se expresa con tanta fuerza que no puedo oír lo que dices” —Ralph Waldo Emerson, filósofo y poeta—. El 26 de septiembre de 1960, en Estados Unidos se llevó a cabo el primer debate presidencial televisado en la historia, entre el vicepresidente republicano Richard Nixon y el senador demócrata John F. Kennedy. Este acontecimiento marcó un parteaguas dentro de la comunicación política al evidenciar que al emitir un mensaje se deben tomar en cuenta distintos elementos y no solo las cuestiones discursivas o el contenido propio de un discurso. Quienes escucharon el debate por la radio, decían que había ganado Nixon, pero quienes lo vieron por televisión, no tuvieron duda de que el gran vencedor fue Kennedy.

Ese día resultó fatídico para Nixon y catapultó a Kennedy. Mientras el primero llegó con un traje claro e incluso algo desalineado; el segundo vistió un traje obscuro y lució con una postura fresca. Sobre los colores de la vestimenta, cabe precisar que en ese entonces la televisión era a blanco y negro, por eso la elección del republicano terminó siendo una terrible decisión, para colmo, se relata que Nixon había estado hospitalizado por una cirugía en la rodilla izquierda, tenía fiebre y malhumor, factores que no le permitieron demostrar su experiencia —era el segundo del presidente Dwight Eisenhower—.

En contraste, Kennedy se mostró cómodo, ligero y sonriente; tenía un bronceado envidiable, tras semanas de campaña por todo el país. Fue tanta su presencia que Howard K. Smith, quien moderó ese primer encuentro expresó que al ver al demócrata tuvo la impresión de que éste avanzaba “como un atleta que va a recibir su corona de laureles”. Por eso a nadie extrañó que Kennedy salió como favorito después del debate visto por alrededor del 40% de los 180 millones de habitantes norteamericanos; y posteriormente, le arrebataría la presidencia a Nixon, con el 49,72% del electorado.

A más de 60 años del debate que cambió para siempre la comunicación en las campañas electorales y en el contexto del proceso electoral más grande en la historia del México contemporáneo, es oportuno referirnos a elementos indispensables al comunicar. En este sentido, lo primero que debemos tener claro es que no es suficiente tener una magnifica pieza discursiva o ser un buen orador; si no se conecta con la audiencia, el mejor discurso puede fracasar y el mejor orador puede pasar desapercibido. Al hablar se debe buscar impactar y para lograrlo, antes hay que identificar la emoción presente y la emoción necesaria para conseguir el objetivo de encantar, seducir, atrapar, convencer y cautivar.

La voz es el músculo del alma y el cuerpo es motor que la mueve. El cuerpo es la herramienta que, muchas veces sin darnos cuenta, potencializa o destruye nuestro discurso. Lo anterior obedece a que no hablamos únicamente con la boca, sino que lo hacemos con todo nuestro cuerpo —aunque no nos vean—. A decir verdad, en muchos casos las palabras sobran, pues el discurso de nuestro cuerpo es totalmente elocuente.

Nos guste o no, todo comunica. Sin ser una lista limitativa, son importantísimos elementos como los silencios; hay que saber cuándo hacer pausas al hablar; las miradas, si solo se tiene contacto visual con parte de la audiencia, los demás pueden perder el interés o sentirse ignorados; las sonrisas, para mostrar que estamos cómodos; y las expresiones faciales, para dejar ver que sentimos lo que decimos. También es determinante la vestimenta, es recomendable utilizar colores sobrios y atuendos acordes al lugar y ocasión en el que se habla; los movimientos, deja ver dominio de la tribuna; y como reaccionamos ante situaciones imprevistas, esto queda más claro en el desarrollo de campañas porque es más complejo tener control de todo. 

A manera de conclusión, es fundamental que exista congruencia entre el discurso y el lenguaje no verbal; porque si somos conscientes de nuestras emociones estaremos en la posibilidad de utilizarlas o transformarlas para estar más cerca de comunicar correctamente y así la postura que tengamos sobre determinado asunto, tendrá mayor oportunidad de ser comprendida y aceptada por la mayor parte de la audiencia, e incluso, asumida como propia y difundida. 

___________

*Asesor en materia legislativa.

Licenciado en Derecho, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Maestro en Ciencia Política, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).

Maestro en Derecho Electoral, Escuela Judicial Electoral (EJE) del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

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