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El timón y las tormentas

2020-04-07 | 08:03 a.m.
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No es lo mismo decir, que hacer


Enfrentar problemas y resolverlos es, antes y después de todo, una de las obligaciones ineludibles de gobernantes y funcionarios públicos.


Hasta hoy, con sus contadas excepciones, los gobiernos han navegado, tanto en calmas como en tormentas, bajo el interés personal de quien dice y cree gobernar o mandar, así como de intereses y beneficios de familiares, grupo, y cómplices. Las mayorías, usualmente son, menospreciadas, marginadas, olvidadas y sacrificadas.

Independentistas y revolucionarios, conservadores y liberales, neoliberales o populistas, han padecido efectos, determinación e influencias, de la discrecionalidad y el voluntarismo. Innumerables ejemplos de servilismo, abyección, abuso y conveniencia han caracterizado y caracterizan la historia gubernamental.


Quien esté libre de pecado…


Gobernar y gobernarse; capacidades y resultados


Pocos son y han sido los aciertos y logros, mejoras y avances que recordar y reconocer como ejemplos, de las buenas, regulares o malas administraciones públicas.

Pocos buenos o mejores, pero los hay, importante identificarlos, consolidarlos y superarlos, simplemente porque han costado mucho alcanzarlos.


Parte de la objetividad y efectividad de la crítica y evaluación social, deben partir de identificar y recocer lo positivo, para no ignorarlo, perderlo o sacrificarlo. Entender y atender, bien y a tiempo, la realidad hoy, es lo prioritario, para asegurar el cambio para mejorar.

Importante no olvidar y tener presentes estas lecciones.


Aprender de la Historia, no repetirla en sus errores y pérdidas.


Ignorancia e incapacidad tienen sus costos. Decir que se atiende un problema que no se entiende es un error que, fácilmente, desemboca en costosa mediocridad; simular que se hace, canalizar esfuerzos y recursos sin sentido ni razón, es perversidad que arruina,e incluso puede configurar una conducta criminal.


En estos días se anuncian y conocen planes, programas y acciones gubernamentales, tanto federales, estatales, municipales e institucionales. Pero del que más se espera y pone más atención, es al federal y, concretamente, a lo que expresa el Presidente de la República. Enterarse y conocerlos, es obligatorio.


Algunos de los difundidos anuncios, dicen ser nuevos y hasta de emergencia; aunque la inmensa mayoría son copiados o repetidos, improvisados o arreglados, total o parcialmente.


En general en la liturgia oficial, posiciones, mensajes y afirmaciones se repiten, no se les da seguimiento, ni control y mucho menos evaluación.

Obligatorio tener presente que el timón está en la participación y evaluación ciudadana y social.


La situación actual, se dificulta y complica más. Adversidad, complejidad y diversidad en aumento, hasta el grado de afirmarse y preverse, que mucho no es, ni va a ser igual, sobre todo en la forma de gobernar y de participar.


Peligroso y contraproducente dejar las decisiones en unas cuantas manos, no participar, ni informarse para analizar, debatir y evaluar tanto lo que se hace (bien o mal), como lo que se deja de hacer o no se intenta.


Costoso y perjudicial, desconocer y desinteresarse de los asuntos públicos, no seguir ni controlar toda acción gubernamental.


Abundan y abundaran, declaraciones sobre supuestas o reales disposiciones oficiales. Discursos, mensajes, anuncios, fotografías, actos, firmas de convenios y más, inundan e inundarán propaganda oficial y comunicación en todos los medios. En muchas formas, conformarán las noticias falsas, tendenciosas, manipuladoras o “Fakenews” de ahora.


Simulación nuestra de cada día.


Renovación interminable de más de lo mismo y peor. Improvisación y desaciertos, ocurrencias y conveniencias personales. Mediocridad y perversidad en abundancia.

Obligatorio para todos, saber y comprobar: ¿Qué tanto es verdad y mentira, entretenimiento y buena intención? ¿Cómo se pasa del dicho al hecho? ¿Y cuáles son, en realidad, los resultados? ¿Se alcanzan o no, metas y objetivos, se atienden o no necesidades y servicios básicos?


De ahí que, antes de condenar o alabar, antes del rechazo o la abyección, como actitud dominante. Antes, hay que esperar y escuchar, informarse y analizar, para ejercer derechos y libertades con responsabilidad y efectividad. Que cada quien decida y respalde lo que crea conveniente, pero basado en información actual y verdadera, no en suposición o manipulación, ignorancia o simulación de otros, a quienes conviene ahuyentar pensamiento y razón, diálogo y consenso.


Ante situaciones críticas y urgentes, no debe haber excusas ni pretextos. Todo servidor público debe servir, no servirse ni transformarse en parásito o, hasta convertirse, en problema o parte de otros.


Enfrentar retos y problemas, no negarlos, minimizarlos, evadirlos o ignorarlos.


Hacerlo en verdad, bien y oportunamente. Rendir cuentas claras, objetivas y confiables.


No mentir, ni entretener o manipular. No simular, fingir o aparentar.


Más temprano que tarde, la realidad se hace presente.


Mucho que hacer y más que pensar, analizar y decidir.


Exigir información actualizada y confiable


Paso obligado del decir al hacer. A la fuerza de las palabras se impondrá la de los hechos.


Una vez que se toma posesión del cargo, sea por elección o por contratación, todo servidor público, sin excepción, pasa de las intenciones a las obligaciones; de los buenos deseos o pretensiones ideales, a las comprobables realidades o resultados obtenidos. Del desear o querer, al realizar o lograr.


La población, sabe y padece, lo que son errores y pérdidas, limitaciones y sacrificios.


Muchos de los políticos, gobernantes, funcionarios o empleados, aseguran que conocen y controlan la funcionabilidad gubernamental, de los alcances del deber y la obligación.


Incluso desde las campañas, o los tiempos de aspiración electoral o laboral, se exige que se tenga claro, que las promesas deben convertirse en realidades; y que en su momento, las propuestas deben ser respuestas; hechos y acciones comprobables y evaluables.


Así, la memoria se convertirá en historia, en la medida que exija el cumplimiento tanto de promesas, como de responsabilidades.


La democracia en su renovable proceso, también hace ver y sentir sus virtudes y defectos, sus equivocaciones y aciertos.


En todo caso, contratados o electos, tienen y tendrán la oportunidad de responder al encargo o compromiso.

Para el tipo de servidor público, no hay unanimidad y uniformidad. Habrá, como siempre, buenos, regulares o malos; unos mejores que otros; y también los habrá peores.


-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook: VeracruzHoydeRafaelAriasH




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