Felipe y Toño caminan por el adoquín del andador que conduce a las mesas de cemento de ping-pong de la prepa 5. Como ya es costumbre, se volaron la clase de “mate” de las 9.
–Saca un tabaco para bajar la torta de tamal que nos tragamos, ¿no, wey? –pide Felipe.
–¡Chale! ¡Eso más bien parece un murciélago! No manches, qué intensa la tipa–, replica Toño.
Al día siguiente, busca por las canchas a la chava del tatuaje, pero no la encuentra; sin embargo, el jueves, mientras come una torta de dos tamales de mole, pasa frente a él. Toño de volada esconde la telera detrás de la espalda y todavía con la boca llena, le dice:
–Sí, me llamo Toño, ¿y tú?
Toño le pide que por la tarde lo acompañe a la prepa a recoger su tira de materias. Mañosamente, la lleva a las “tumbas”, detrás de las canchas: es el lugar del faje. Se sientan al pie de un árbol. Es una tarde bella, piensa Perla mientras descansa la cabeza en su hombro. Casi hasta se podría decir que es el primer momento tierno que comparten y eso la cautiva. Toño deja que la frescura de su aroma colme sus pulmones, cierra los ojos y muere de ganas por confesarle lo hermosa que es: su carita, el lunar en la ceja, la negra cabellera cayéndole en la espalda; esas piernas tan llenitas, los ojos de niña espantada, su tono de voz raspadito, es un encanto. Desea decirle que la quiere para novia en serio; que no importa si ello implica que las cosas se den poco a poco. “Seré paciente, lo juro”.
Acariciando su espalda, la mano se desliza por debajo de la blusa hasta sentir su tibia cintura. La levanta y... ¡no mames! Ahí está la chingada mariposa, extendiendo sus extremidades cual tentáculos ponzoñosos: negros, envenenados, eróticos y sucios.
Perla no entiende porqué Toño de pronto la empuja y comienza de nuevo a mentar madres en ese estilo de niño banda que ni le sale bien. De veras que es extraño.
–¡Puta madre! –piensa Toño alejando la mano de las garras del tatuaje–. ¡Seré pendejo! Le salgo con una tontería de niño enamorado y me manda directo al carajo. Ni madres, me la tengo que llevar en chinga a la cama antes de que se aburra de mí... ¡soy un imbécil!
Una semana más tarde, le hace la propuesta. Ella lo piensa detenidamente y termina aceptando. Insiste en que Toño es un buen chico y que sus absurdas formas son sólo una pose de la edad.
Ya a solas, Toño prende un carrujo de marihuana. En su vida la ha fumado, pero de eso ella no se enterará, ¡ni que estuviera lelo! Segurito Perla le mete chido y se lo tiene bien escondido.
Perla se incorpora. Las piernas duelen, tiemblan y escurre un ligero hilillo de sangre. Mónica ya le había advertido que perder la virginidad no siempre es la mejor experiencia... que las relaciones luego mejoran.
Llega al baño y al mirarse al espejo nota el tatuaje y se recuerda un mes atrás: está recostada boca abajo, Mónica la acompaña y ambas observan como el cerdo de la jeringa mira con lujuria sus caderas aún sin estrenar, mientras encaja la aguja y su tinta fluye una y otra vez, formando las alas de la mariposa. Es repugnante, no le gusta. Esa mariposa es el símbolo más lejano a su personalidad, ¿por qué carajo se habrá dejado convencer por Mónica?
andaresblog.com
Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto | Aviso de Privacidad
Reservados todos los derechos 2023 |