En este sexenio, la administración de Petróleos Mexicanos (PEMEX) ha buscado dinero hasta debajo de las piedras.
Una parte de estos esfuerzos se ha enfocado en tratar de eliminar esas viejas costumbres en el sector laboral de la empresa y el sindicalismo, que de poquito en poquito van causando una seria merma en sus finanzas.
En primera instancia, se buscó meter orden en los excesos de recursos que disfrutaban los líderes sindicales a costa de PEMEX.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha dado pasos para transformar las estructuras que durante décadas favorecieron a la dirigencia sindical de PEMEX.
La "Cuarta Transformación" ha sacudido las bases del poder sindical, antes intocables.
Uno de los golpes más certeros ha sido la disminución del poder en la toma de decisiones. El sindicato, que durante años fue una fuerza casi paralela a la administración de PEMEX, ha visto reducida su capacidad para influir en nombramientos, contratos y hasta en los préstamos.
Este movimiento ha sido crucial para restablecer el control de la empresa por parte del Estado, minimizando el riesgo de decisiones tomadas bajo intereses particulares.
Además, la fiscalización y transparencia han dejado al descubierto manejos oscuros que eran, hasta hace poco, la norma en las finanzas sindicales.
La eliminación de "cajas chicas" y la revisión exhaustiva de cuentas han cortado de raíz los excesos y la falta de rendición de cuentas que caracterizaba a la dirigencia sindical.
Incluso se sabe que se ha limitado el envío de recursos de las diferentes secciones petroleras a la dirigencia nacional.
A esto se suma la reducción de prerrogativas, otro aspecto significativo. La eliminación de privilegios como el uso discrecional de vehículos y viáticos ilimitados ha nivelado el campo de juego, dejando claro que los líderes sindicales ya no gozan de impunidad o trato preferencial.
La limitación en los contratos colectivos también ha sido una jugada clave.
Al renegociar estos acuerdos, el gobierno ha eliminado cláusulas que otorgaban beneficios excesivos a la dirigencia, poniendo fin a bonificaciones especiales y permisos sindicales que más parecían prebendas que derechos laborales.
El acotamiento del control en jubilaciones ha reformado un sistema que privilegiaba a los líderes sindicales con condiciones más favorables que las del resto de los trabajadores.
Este cambio busca equidad y sostenibilidad, dos principios fundamentales que, hasta ahora, habían sido ignorados.
Pese a que nadie ha llegado a la cárcel, la lucha contra la corrupción ha puesto a varios líderes sindicales bajo la lupa, demostrando que nadie está por encima de la ley.
Las investigaciones y procesos legales en curso son una clara señal de que el antiguo régimen de complicidad y opacidad está llegando a su fin.
El hacha ha llegado también a los trabajadores. Luego de que meses atrás, en las diferentes secciones, se empezara a poner orden sobre el beneficio de la gasolina al que, por “logro sindical”, tienen derecho los petroleros.
Se descubrió que muchos de ellos no tenían ni carro, eran prestados o usaban documentos falsos para, administrativamente, demostrar que tenían derecho a la prestación. Una práctica que, por muchos años, provocó erogaciones millonarias a la empresa.
La reciente notificación de auditoría enviada al administrador en Agua Dulce del Activo Integral Cinco Presidentes, Eliseo Mares Robles, por la subdirección de Recursos Humanos de PEMEX ha generado revuelo en los pasillos de la petrolera.
Mediante el oficio CRURH GRRURHSUR-SAPCTZ-DPAD 7622-2024, se solicita una revisión exhaustiva de los pagos por tiempo extra y conceptos asociados en Agua Dulce, El Plan y Cuichapa, abarcando los primeros siete meses del año, daba a conocer el reportero Alfredo Santiago.
Lo que podría parecer un simple procedimiento de control interno tiene implicaciones más profundas.
Los pagos significativos bajo conceptos de "Tiempo Extra" e "Insalubre" han llamado la atención, y se exige justificación detallada, respaldada por órdenes de trabajo y bitácoras de personal. ¿Es esto un ajuste necesario para garantizar la transparencia o una maniobra que apunta a debilitar aún más el poder sindical?
Los ecos de despidos recientes en la terminal marítima de Ciudad Madero no hacen más que alimentar la incertidumbre.
¿Estamos ante el preludio de una purga en PEMEX? Las respuestas deberán llegar rápido, pero lo que está claro es que, en esta ocasión, la lupa sobre la gestión de recursos humanos tiene más aumento que nunca.
¿Sanciones en puerta? Todo indica que sí.
Los cambios implementados por la administración de López Obrador han desmantelado, pieza por pieza, el poder que por años sostuvo a la dirigencia sindical en PEMEX en una posición privilegiada y que beneficiaba a miles de trabajadores que, en algunos casos, forman parte de esta corrupción.
Aunque se genera resistencia, todo apunta a una reconfiguración más justa y transparente del manejo sindical en una de las empresas más importantes de México.
joluperezcruz@hotmail.com
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