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Por Raymundo Jiménez
Columna:

Raymundo Jiménez

El otro desastre

2023-10-31 | 07:15 a.m.
El otro desastre
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La tragedia que ocasionó el huracán Otis en Acapulco no sólo puso en evidencia a los servicios de inteligencia mexicanos que colapsaron y fueron incapaces de alertar al presidente López Obrador sobre lo que realmente ocurría en el principal puerto turístico de Guerrero –debido a que, según ha trascendido, estaban suspendidos por falta de pago algunos de los más importantes servicios satelitales del Ejército y la Marina, por lo que fue necesario habilitar de emergencia algunas antenas del sistema satelital Starlink de Elon Musk para comenzar a recibir información–, sino que también dejó al descubierto el desmantelamiento y la ineficacia del sistema meteorológico nacional. 

En diciembre de 2018, recién iniciado el régimen obradorista, despidieron sin ninguna explicación al ingeniero Alberto Hernández Unzón, quien con casi 30 años de experiencia era el meteorólogo más acertado y había logrado ascender finalmente como director general del Sistema Meteorológico Nacional (SMN). 

Ahora ha trascendido también que en México se necesitan 30 radares para medir huracanes y que, de los seis existentes, uno está inservible. Además corre la versión de que el gobierno de Estados Unidos habría donado 108 millones de dólares para comprar 30 de estos equipos pero que en la transición gubernamental esos recursos inexplicablemente se extraviaron.

Este sábado, en la plataforma X, el exdirigente priista y exgobernador de Tabasco, Roberto Madrazo, dirigiéndose al presidente López Obrador, publicó que “si usted hubiera invertido en los 25 radares que hacían falta para renovar el sistema meteorológico, hubiera podido anticiparse al #huracan…”

Dado el historial de México en este tipo de fenómenos naturales, la inversión es inaplazable. El primer huracán del que se tiene registro en México fue el “Janet”, de categoría 5 en la escala Saffir-Simpson. De acuerdo con información del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), tocó tierra el 27 de septiembre de 1955 en Quintana Roo. Según la prensa de la época, la ciudad más afectada fue su capital, Chetumal, dejando 712 muertos y arrasando prácticamente con todas las viviendas, que en su mayoría eran de madera.

Desde entonces, México ha resentido el paso devastador de por lo menos otros diez huracanes, dos de los cuales –El “Gilberto (14 de septiembre de 1988) y “Patricia” (23 de octubre de 2015)– fueron también categoría 5, como el “Otis” que pegó en Acapulco.

Según el Cenapred, tan solo entre 1980 y 1999, por este tipo de desastres se registraron alrededor de 10 mil muertes, un promedio de 500 cada año.

Casualmente, hace 24 años, en octubre de 1999, el frente frío número 5, una baja presión y la depresión tropical número 11, convergieron y desencadenaron uno de los peores desastres naturales en la sierra de Papantla y la costa del Totonacapan, en el norte de Veracruz, así como en la sierra de Puebla. En 72 horas, las inundaciones y deslizamiento de cerros mataron a 384 personas y dejaron a otras 450 mil damnificadas y cientos de desaparecidos. Esa catástrofe superó al huracán “Karl”, de categoría 3, que en septiembre de 2010 impactó la zona centro-sur de Veracruz.

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