El operador

La interlocución que ha tenido Juan Javier Gómez Cazarín con todos los sectores del estado -en aras de fortalecer la figura y el proyecto de Rocío Nahle-, es una realidad.

Esto no solo lleva la intención de coadyuvar a una aspiración particular sino a sumarse y entender claramente el objetivo que tanto Nahle como el del equipo encabezado por el diputado local, que es el de una profundización de la democracia en el estado.

Y es que recientemente, la aspirante morenista a la gubernatura del estado sostuvo en un restaurante del puerto de Veracruz un encuentro con la Asociación de Industriales del Estado de Veracruz (AIEVAC) cuyos miembros forman parte de la crema y nata de la sociedad veracruzana.

Por su holgada posición económica, son empresarios difíciles en su trato; no están acostumbrados a seguir líneas ni a lisonjear a la gente del poder, y menos cuando se trata de definir posturas políticas con la 4T. Más aún si se trata de poderosos representantes de importantes firmas que producen y contribuyen en buena medida al Producto Interno Bruto de la entidad.

Pero contra lo esperado, ya que se preveía una reunión ríspida con señalamientos y demandas al por mayor, el encuentro se dio en un marco de civilidad y cordialidad de ambas partes. Acuerdos incluso para continuar adelante con proyectos y trabajo por mejoras en la entidad.

A Rocío Nahle se le pudo ver tranquila, como en casa, dialogando y acordando con los industriales más fifís del estado de Veracruz, quienes de forma reiterada le dijeron que contara con ellos para impulsar el desarrollo de la entidad.

Pero una situación que llamó mucho la atención fue el reconocimiento que los acaudalados hombres de negocio le hicieron -delante de Nahle- al diputado Cazarín, quien, del equipo más cercano de la morenista, fue el único que estuvo presente en la reunión.

“No es porque esté aquí nuestro amigo Cazarín, pero la verdad que reconocemos su trabajo y su disposición para escucharnos. Con él hemos venido dialogando desde hace tiempo y sentimos que es una persona valiosa que le gusta sumar por el bien de Veracruz”, expresaron los empresarios integrados a la AIEVAC que encabeza Ángel Chahín Maluly.

Cazarín fue elogiado de una forma natural frente a la extitular de la Secretaría de Energía y quedó demostrado que el cabildeo no es de ahora, sino que ha ido tejiendo fino con los diversos sectores y organismos, cuando hacia el exterior pareciera todo lo contrario, al menos de las secretarías u oficinas gubernamentales que tienen la obligación de atender a la iniciativa privada y a todos los demás sectores de la sociedad.

Conocedor pues de la importancia de la participación ciudadana, de involucrarse con las demandas, pero, sobre todo, de buscar una cercanía de “ganar-ganar” para la abanderada de Morena y para los sectores productivos, en este caso buscó emplearse a fondo en dicho encuentro.

Cazarín dejó atrás los tiempos difíciles que cualquier político debe enfrentar en algún momento, incluso cuando se convierten en crisis, pero al final bien sorteados, con todo y calificativos, denostaciones, represión a sus allegados, llevados a la cárcel, incluidas amenazas personales.

Tanto que salió con más fuerza para hacer lo arriba citado, encabezar una nueva corriente, y abanderar la operación política.

Antes, en el plano político por ejemplo, poco a poco fue menguando a los alcaldes que agrupados, bajo presión o por voluntad propia, estaban ya dentro de otra canasta. Cazarín los fue sacando, como encantador de serpientes, para irlos pasando al sitio indicado.

Bastaba hacer un recorrido diario con dos o tres presidentes municipales. Dialogaba, concertaba y remataba poniéndoles al teléfono a la futura y virtual candidata, entonces aún en reñida competencia, pero quienes le daban su voto de confianza y aceptaban sumarse teniendo enfrente como garantía al interlocutor del Congreso Local.

Todo esto, aun teniendo enfrente que luchar contra un poderoso adversario político. Que hoy ha decidido aislarse mientras que el líder de la Junta de Coordinación Política ha quedado más que acomodado como un operador nato.

El tiempo parece haberle dado la razón.