El huevo de la BOA

En “El huevo de la serpiente”, película sueca de 1977, el célebre Ingmar Bergman retrata el entorno de depresión social, de incertidumbre y de desesperación que se vivía en Alemania, previo al ascenso de Hitler al poder. Uno de los protagonistas sentencia que el futuro de Alemania es predecible como puede observarse a través del huevo de una serpiente, sólo es cuestión de tiempo para que eclosione el ofidio.

En México se quiere hacer creer que hay un caos cercano a la revuelta social y que urge rescatar al país con alguna medida salvadora. En menos de quince días se han conocido algunas: una agrupación golpista realiza una serie de caravanas de vehículos pidiendo la renuncia del presidente; enseguida un prominente dirigente de los patrones mexicanos acusa ante el rey de España al gobierno de AMLO de tomar “decisiones irracionales, de corte  francamente populista…”; ahora se conoce un documento de un autodenominado Bloque Opositor Amplio (por sus siglas, BOA) con un plan para organizar con dirigentes partidistas, figuras de los medios nacionales y apoyo con redes sociales, una oposición sistemática para derrocar a López Obrador hacia 2022.

El triunfo de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales fue tan contundente que dejó sin resuello por momentos a los opositores, a quienes ha costado trabajo organizar una respuesta racional, civilizada, políticamente viable para constituir una alternativa ante el nuevo régimen. La derecha política ha estado dando tumbos entre la aceptación de nuevas reglas del juego y su oposición a toda medida planteada por el presidente.

Pero además de esa derecha política están los intereses económicos de sectores poderosos, y algunos no tanto pero sí muy viscerales, que no conciben que los planes sociales, económicos y políticos de AMLO estén dando resultado. Les preocupa que los proyectos de López Obrador estén avanzando y no haya una fuerza actuante, organizada, que le haga frente. Por ello tratan de salir con una iniciativa u otra, a cada momento.

Y tienen razón. Andrés Manuel ha ocupado todos los espacios de poder de la República y lleva a cabo minuciosamente sus planes de transformación. A la vuelta de año y medio de estar al frente de la presidencia, contando con una mayoría abrumadora en la Cámara de Diputados y suficiente en la de Senadores, ha realizado cambios en prácticamente todos los poderes y órganos autónomos o conformado nuevos acuerdos de relación institucional, como en el caso del Poder Judicial, la Fiscalía General de la República, la Comisión Nacional de Derechos Humanos o el Banco de México, por citar los más importantes.

No sólo avanzan los programas sociales, ahora plasmados en la Constitución, y los proyectos insignia del nuevo régimen, como el aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, sino que éstos se financian con los recursos provenientes de la austeridad republicana, la lucha contra la corrupción y la eficiencia contributiva, encabezados estos dos últimos puntos por el excelente desempeño del SAT, sin necesidad de aumentar impuestos ni la deuda pública.

Asimismo,la pandemia del COVID-19 ha sido enfrentada sin los colapsos que se vivieron en otros países, pese al deplorable estado en que se encontraba el sistema nacional de salud.

Todos los retos que ha tenido en frente AMLO y su gabinete han sido encarados con éxito: el desabasto de gasolina producto del huachicoleo, la crisis migratoria, la incertidumbre del T-MEC, la oposición empresarial, la pandemia del COVID-19… Y las encuestas indican que Andrés Manuel está arriba en la aceptación de la gente y MORENA aparece como ganador en la mayoría de las gubernaturas que se disputarán el año próximo.

Tienen fundamento las preocupaciones de la derecha. Por eso tratan de incubar una boa opositora. Por ahora cuentan con un huevo huero, malogrado. Sólo la unidad y la claridad de la gente podrá evitar tamaño engendro.

marco.a.medinaperez@gmail.com