El Gran Abuelo Tecpanteculti

Los caminantes del renacimiento se dieron cita en Teotihuacán,  el abuelo que los recibió fue Don Tepactecutli, uno de los más grandes abuelos de tradición tolteca, gran sabio en esos tiempos, quien dejó sembrados más de 552 temazkales en todo el mundo.

Se reunieron ahí para retomar el fuego sagrado que habían sembrado hace 13 lunas llenas atrás, para volverlo a encender e hilar a través de sus propios pasos  el camino del corazón y la energía del renacimiento.  El gran Abuelo Tecpantecutli les iba  compartir la medicina milenaria del temazkal para purificarse, para limpiar su espejo de obsidiana y dar esos pasos con mayor ligereza, consciencia y bondad humana.  Les habló de la importancia de esas tierras que estarían recorriendo y la necesidad de llegar a Cholula. Les advirtió que el camino tiene un gran simbolismo, e iban a estar rodeados de nopales. Ahondó en el simbolismo del nopal, el cual está plasmado en el emblema nacional, puesto que el encuentro el águila y la serpiente justamente es sobre un nopal, el cual también representa la resistencia de la eternidad del ciclo de la vida frente a condiciones adversas. El nopal al cortarle un brazo no sólo no muere, sino que de él nacen otros nopales, y así como es fruta también es verdura.  

El gran Abuelo Tecpantecutli hizo que se manifestará fuertemente la energía del temazkal, de tal forma que Colibrí, pidió permiso para salirse un momento, para tomar aire y apaciguar su corazón el cual estaba demasiado acelerado, era demasiada energía la que se estaba generando, se estaban removiendo los hilos más sensibles de cada uno de los caminantes, y el espejo de obsidiana era el mejor reflejo de sus propia sombra que estaba siendo transmutada por el fuego y por la medicina de las abuelas piedras.   

Don Tecpanteculit, como todos los grandes abuelos, bajaba muchos cantos que las abuelas piedras le compartían, y contaba historias de los grandes abuelos toltecas.  Uno de los cantos más bellos que conformó  decía así: 

Cuentan los abuelos que hay un lugar,

cuentan los abuelos que hay un lugar,

donde hay piedras azules, 

donde hay piedras azules,

que te enseñaban a cantar…

y ese lugar se encuentra

en el temazkal,

en el temazkal

los vas a encontrar…

Y así entre todos tejían juntos el canto, iban diciendo lo que el temazkal les enseñaba, se volvía en un canto colectivo y todos cantaban para todos. Por momentos esa es la magia del temazkal, que representa el vientre de la Madre Tierra y se invoca alegóricamente para elevar la gran conciencia colectiva. 

El abuelo Tecpantecutli, después del temazkal, a media noche, los llevó a las cuevas para que hicieran una meditación tolteca, donde nuevamente en la oscuridad también se iban hallar muchos secretos.  Al día siguiente al amanecer, los convoco al epicentro de la danza, ahí danzaron, se conectaron con su cuerpo  y abriron los siete rumbos del universo de acuerdo a los toltecas. 

Los caminantes se sentían fortalecidos y abrazados por la gran magia y amor del Abuelo Tecpantecutli, no sólo era abuelo de tradición, sino maestro de maestros, sus cuentas calendáricas ancestrales, sus cantos, la medicina del temazkal, la medicina tradicional y sus danzas contribuyeron a la elevación de la conciencia.  Esa es la función de los grandes abuelos, legar a las nuevas generaciones la esencia de las sabidurías ancestrales a nuevos corazones que buscan respuestas más allá de cualquier dogma material. 

Años depués el Gran Abuelo Tecpanteculti, trascendió, justo como él simple quizo trascender,  fue una decisión que él tomo y la logró, se fue como uno de los más grandes maestros toltecas que ha tenido México y el mundo. 

Viva por siempre el Gran Abuelo Tecpanteculti y viva la sabiduría tolteca en la sangre de los mexicanos.