Sube la temperatura en el estado de Veracruz, y no hablo precisamente de la llegada de la primavera y el calor propio de la temporada.
Me refiero a que estamos a días de empezar las campañas electorales para elegir a los candidatos que darán batalla en los 212 municipios que conforman este estado.
Estamos en el periodo de registro de los candidatos ante el Organismo Público Local Electoral (OPLE), que comenzó el 16 de marzo y concluirá el 2 de abril.
El plazo para saber si la autoridad aprobó las candidaturas vence el 14 de abril, que seguramente será antes, para que todos disfrutemos del periodo vacacional de Semana Santa, antes de que empiecen las campañas que se llevarán a cabo del 29 de abril al 28 de mayo.
Movidito, movidito pinta este año electoral.
Y es que todo esto sucede con hechos inéditos.
El primero es que este 1 de junio en todo el país saldremos a votar por primera vez para elegir a los representantes del Poder Judicial, en una elección que es por demás histórica.
En Veracruz, además de estos sufragios, en el puerto jarocho y Boca del Río, ambos municipios tomados desde hace décadas por el panismo, se esperan las elecciones más competidas desde que tengo memoria, con un ingrediente principal: el apellido Yunes no figura en la boleta y la culpa, debemos decir a con todas sus letras, es de Miguel Ángel Yunes Márquez, el eterno inconforme y muy mal perdedor.
Chiqui Yunes protagonizó un zafarrancho en las pasadas elecciones municipales cuando la autoridad electoral le quitó la candidatura por falsificar documentos oficiales y no cumplir con el requisito de residencia en la ciudad de Veracruz. La historia es conocida por todos, ya ni recordarla vale la pena.
Miguel se doblegó a Morena, traicionó al panismo y hoy parece que se quedó como el perro de las dos tortas. Lo grave es que se llevó a su partido entre las patas y de pilón, a su propia familia, que ya están en peligro de extinción política, tanto, que dicen las malas lenguas que varios de sus ex simpatizantes proponen darle pamba, al menos unos buenos coscorrones, porque sus berrinches y arrebatos los tienen en la lona, sin nada, como el chinito, "milando, milando".
Dije en otro momento que más le hubiera valido a Miguel dejar de hacer "panchos" y no intentar colarse como polizonte en un barco que ya estaba por naufragar, y de hecho ya naufragó. El panismo y los Yunes son letra muerta en Veracruz.
Lo malo es que las dos candidatas azules, María Josefina Gamboa e Indira Rosales, ambas muy cercanas a ellos, salieron perjudicadas. Tienen el tufo yunista y eso no le gusta a los jarochos. El escenario para ellas no es nada halagador. Ni modo.
Mientras llega el momento en que sepamos quién será la ganadora de estas alcaldías, los analistas de café comentan que todos y todas están con los micrófonos y cámaras encendidas esperando el momento en que los Migueles saldrán a aplaudirle a la ganadora morenista y darle la espalda a sus ex compañeras de la militancia azul. Cabe la posibilidad de que Morena no gane ninguna de las alcaldías, claro que sí, aunque los nombres de Rosa María Hernández Espejo y Bertha Ahued suenan con fuerza. Es tiempo de mujeres y los aires azules se dispersan en el estado para teñir de guinda el nuevo escenario político de Veracruz.
Por lo pronto, solo queda esperar los tiempos de las campañas y hacer votos para que no estén manchados por la violencia física y política, pues el tiempo del cambio está por llegar a nuestro estado. Ya era hora.
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