Muy probablemente la fiscalía veracruzana tenía elementos para promover la vinculación a proceso a José Manuel del Río Virgen, funcionario del Senado, cercano colaborador de Ricardo Monreal y amigo personal del ex gobernador Dante Delgado; el problema es el contexto: el presidente de la JUCOPO de la Cámara Alta se encuentra en una confrontación abierta con el ejecutivo veracruzano y ello se presta a todo tipo de especulaciones sobre un presunto trasfondo político, un uso indebido del órgano de procuración de justicia para perseguir adversarios, lo que ha sido denunciado por diferentes actores políticos.
Por la noche de este miércoles, a Del Río le dictaron un año de prisión preventiva. A pesar de su complicada situación judicial, se le veía tranquilo y hasta sonriente. El nerviosismo estaba entre la gente de Palacio de Gobierno, que no pudo reaccionar oportunamente ante la avalancha de críticas y sobre todo ante los torpedos mediáticos lanzados tanto por el senador Ricardo Monreal como por el dirigente nacional del Movimiento Ciudadano, Dante Delgado; el primero, jefe del detenido en la JUCOPO del Senado; y el segundo, amigo personal y líder político de José Manuel del Río.
Los integrantes de la bancada de Morena en el Senado difundieron un desplegado en solidaridad con Del Río; y apunta de señalamientos en redes sociales, actores importantes del priismo y del panismo denunciaron un supuesto uso de la fiscalía para perseguir adversarios.
Los senadores de Morena dieron su respaldo al secretario ejecutivo de la JUCOPO y el dirigente de MC amagó con solicitar la desaparición de poderes.
Se percibía por la noche del miércoles que el escenario se le podría complicar al ejecutivo veracruzano, quien parecía decidido a seguir acumulando malquerientes.
La conferencia mañanera del presidente López Obrador, este jueves, fue oxígeno puro para Cuitláhuac García: el mandatario federal no escatimó elogios para el veracruzano; lo calificó como el gobernador más honesto que ha tenido Veracruz en muchos años; dijo que era íntegro e “incapaz de llevar a cabo una injusticia en contra de nadie”. En síntesis, sentenció que a García Jiménez le tenía plena confianza.
El problema para la causa del ejecutivo veracruzano es que los dardos lanzados en su contra, en la víspera, lo pintaron como un hombre cegado por la revancha política, y dispuesto a torcer la ley para encarcelar a sus opositores.
El daño más fuerte, por otro lado, se lo llevan las instancias de procuración e impartición de justicia, la Fiscalía General del Estado, calificada como “obsequiosa” por Dante Delgado, quien le anticipó a la titular Verónica Hernández un destino similar al de Luis Ángel Bravo y Jorge Winckler –uno fue preso y el otro, prófugo–; y el Poder Judicial, cuya independencia quedó en entredicho.
Lo peor para la imagen de todo gobernante no sólo son los señalamientos por deshonestidad, que en este caso no persiguen a Cuitláhuac García, sino el estigma del autoritarismo y la represión; López Obrador mete las manos al fuego por el carácter incorruptible del gobernador veracruzano; sin embargo, los críticos de García Jiménez no le han dicho deshonesto; han denunciado una persecución contra opositores desde el gobierno estatal y un uso indebido del poder para encarcelar a quienes, como Rogelio Franco, Tito Delfín y José Manuel del Río, representan intereses políticos diferentes a los del mandatario local.
@luisromero85
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