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Por Salvador López Santiago
Columna:

El discurso y su estructura

2024-03-24 | 07:12 a.m.
El discurso y su estructura
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Cuando escuchamos hablar del término discurso político, es común asociarlo a un concepto de mínima o nula utilidad para la población en general. Además, prevalece la falsa percepción de que su análisis e interés solo corresponde a quienes, con motivo de sus funciones de representación o dirección, frecuentemente tienen que dirigir mensajes ante determinadas audiencias.

En efecto, quienes ocupan un cargo de elección popular, en mayor o menor medida, pronuncian discursos en diferentes auditorios; y quienes no estamos en dicho supuesto, difícilmente lo llegamos a realizar. Sin embargo, conocer la estructura de un discurso político es necesario para todos, en el primer caso por ser la herramienta para comunicar su trabajo propiamente y; en el segundo caso, para estar enterado de los asuntos públicos, pero también para evaluar el desempeño de los representantes e incluso, para ponderar el sentido del voto. 

Para hablar de la estructura del discurso político, primero se debe tener claro a qué nos referimos con dicho concepto. Una definición muy completa la encontramos en la obra “Palabra y poder. Manual del discurso político” (Yolanda Meyenberg Leicegui y José Antonio Lugo), que la letra señala: El discurso político es la expresión clásica por la que se lleva a cabo la comunicación política, entendida como el intercambio de información, ideas y opiniones en torno a los asuntos públicos que se da a través de la actividad de determinadas personas e instituciones, como los políticos, los comunicadores y distintos grupos de la sociedad.

Con este punto de partida queda todavía más clara la importancia de entender la estructura de un discurso político. En este orden de ideas, si bien es cierto que no hay una fórmula perfecta para escribir un discurso, es igual de cierto que sí es posible hablar de un patrón que permite gran flexibilidad en su aplicación para que no todos los discursos suenen igual. Para ello, el discurso se debe distribuir de la siguiente manera: Inicio; Tesis o tema principal; Cuerpo; y Cierre.

En el inicio se busca establecer el campo de empatía entre el emisor y el receptor para lo cual, se debe dar énfasis a lo retórico y apelar a la sensibilidad del público. Algunas maneras de comenzar un discurso son: novedosa, con énfasis dramático, con una pregunta, con referencias de ubicación, con referencias personales, con una cita o una efeméride.

La tesis o tema principal se refiere al asunto o problema público que se va a exponer. Cuando escribimos un discurso, debemos señalar con claridad el tema que se va a plantear, de lo contrario, el auditorio tendrá que adivinar o interpretar y con ello se corre el riesgo de que se entienda una idea totalmente contraria a la que se desea compartir. En el discurso político importa lo que se dice, pero también importa lo que entiende el auditorio.

El cuerpo del discurso es la parte de realidad, la menos retórica, la menos inspirada, pero la que presentará al orador como alguien que conoce el tema del cual habla. Es recomendable desarrollar de dos a cinco ideas principales para apoyar la tesis con hechos, datos y cifras duras. De manera preferente se debe establecer una problemática y una propuesta de solución, y al ser la parte más técnica, se sugiere incorporar transiciones para que los receptores sigan nuestras ideas con mayor facilidad. Algunos ejemplos de transiciones son: “pero”; “permítanme considerar otro asunto”; “cambiando de tema”; “por ello”; “por otro lado”; “en este orden de ideas”; “ahora bien”.

En el cierre, igual que en el inicio, se debe dar énfasis a lo retórico y apelar a la sensibilidad del público. Los buenos discursos deben tener un cierre fuerte porque un final malo puede echar a perder todo el esfuerzo previo. Una clasificación de los discursos políticos los divide en cierre resumen y cierre empaque. En el cierre resumen se hace una recapitulación de ideas a la mitad del discurso o cuando ya se ha avanzado dos terceras partes de este. En el cierre empaque el orador cierra el círculo y vuelve a articular, en una conclusión, la tesis y todos o algunos de los temas que presentó en el discurso.

Con esta estructura como guía para analizar un discurso político, cabe precisar que su principal función es persuasiva, porque busca despertar la confianza del público a quien va dirigido y obtener su apoyo. También debemos destacar que un discurso político contundente permite mejorar la imagen del político; y contribuye a construir y mantener la legitimidad, la que a su vez deriva en la confianza. Una buena pieza discursiva tiene un mensaje bien estructurado y distribuido en una contextualización adecuada, un contenido técnico y, por supuesto, el poder de exaltar emociones transmitidas a través de historias que se cuentan. Así de importante es el correcto diseño de un discurso político, no se trata simplemente de hablar por hablar, hay que comunicar bien y generar empatía e identidad.

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*Asesor en materia legislativa.

Licenciado en Derecho, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Maestro en Ciencia Política, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).

Maestro en Derecho Electoral, Escuela Judicial Electoral (EJE) del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

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