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Caminata del Renacimiento Mexicano

El Descenso de la Malinche

2021-04-18 | 01:45 p.m.
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Una vez alcanzada la cumbre, los caminantes del Renacimiento Mexicano agradecieron a la Naturaleza el haberles permitido llegar hasta ahí. Salomón Luna guió unas meditaciones y empezaron a mantralizar, sembraron al abuelo fuego en la cumbre, ofrendaron agua, semillas, chocolate y sonido de caracol. El Dr. Jorge Flores guió el abrazo de integración, elevaron sus brazos hacia el cielo y pronunciaron tres veces el mantra de Mé-xi-co, Mé-xi-co, Mé-xi-co.

Empezaron a descender, se sentían muy fortalecidos y completos, ahora el reto de bajar se acercaba. Para quienes nunca habían bajado una montaña no sabían sobre la exigencia que se iba a requerir.  Las rocas de la cumbre llamaron toda su atención, un paso en falso y puede quedarse el pie atrapado o fracturado. Después los arenales, los caminaron con mayor certeza y suavidad, los resbalones ahí son muy delicados, a lo mucho la arena empolva toda la ropa, y una vez que se terminan los arenales comienza el bosque, el cual no solo encierra el silencio más majestuoso de la montaña sino que se perciben los aromas más deliciosos, así como los cantos de los pájaros quienes llenan de belleza el paisaje y nutren al corazón como si fuera miel.   

La Malinche tiene pendientes muy pronunciadas, y con tanto ocochal las pisadas fácilmente se pueden resbalar, y justo en uno de esos esos pasos Dorian se resbaló, teniendo como resultado una gran rasgadura en su pantalón en la parte posterior, en medio de tantas risas y burlas sanas, Dorian lo tomó con total filosofía y también empezó a reírse de sí mismo y no tuvo de otra que amarrarse a la cintura una camisa de manga para disimular un poco y evadir la vergüenza.

El descenso estuvo lleno de risas y burlas sanas, era inevitable no pensar en lo que le había sucedido a Dorian, eso hizo que los pasos fueran más leves, sin embargo las rodillas de varios de los caminantes empezaron a sentir la rigurosidad de la montaña.  Eso hizo que bajaran la intensidad de sus pasos y comenzaron a descender más lento, ya con hambre y sed, los caminantes  se adentraron en la tarde, la cual pasó demasiado rápido y la noche empezó a abrazarlos. 

Los familiares de los caminantes que estaban esperándolos en el albergue comenzaron a preocuparse por el número de horas ya transcurridas, la familia de Azul, fue en su búsqueda hasta donde el camino para autos lo permitiese, lograron encontrarlos y con peculiar alegría regresaron hacia el albergue.  Sedientos, cansados y doloridos, compartieron los alimentos y la gran experiencia  de cómo Dorian había perdido parte de su pantalón en la montaña.

Quienes nunca habían subido una montaña y ésta era su primera experiencia se sintieron realmente transformados. Portaban ya dentro de sí la enseñanza de la montaña, la cual nunca se olvida y se lleva siempre en el corazón.  Los ojos que contemplan una cumbre se transforman y portan una gran chispa del infinito, de la eternidad, del silencio, de la pureza y de la paz absoluta, y quien conoce la montaña se conoce a sí mismo.

Martha Adriana Morales Ortiz, César Daniel González Madruga, Rafael Aluni, Enrique Quezadas, Lupita García, Dorian Antuna.

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