Al margen de si Morena ganó con fraude electoral o no, lo cierto es que la marca “Yunes” se devaluó más de lo que sus propios dueños se esperaban.
Y el que terminó pagando más de la cuenta, sin deberla ni temerla, fue obviamente el candidato a gobernador de la coalición PRI-PAN-PRD, Pepe Yunes, quien no tiene ningún vínculo sanguíneo con llamada familia “Yunes de El Estero” y tampoco tuvo relación política con ellos, más que cuando fue postulado por el partido tricolor en 1994 a la alcaldía de Perote, en el sexenio del ex gobernador Patricio Chirinos, y el jefe del actual clan panista despachaba como secretario de Gobierno y militaba todavía en el Revolucionario Institucional. En la sucesión estatal de 2018, como ya todo mundo sabe, Miguel Ángel Yunes Linares operó como gobernador para impulsar la candidatura de su primogénito Miguel Ángel Yunes Márquez, desfondando al priismo veracruzano y, por ende, a Yunes Zorrilla que solamente logró obtener arriba de 500 mil sufragios, un poco más del considerado “voto duro” del PRI.
Al final, el tiro les salió por la culata, pues al polarizarse la elección entre el hijo del mandatario de Acción Nacional y Cuitláhuac García, de Morena, más de 200 mil militantes y simpatizantes del blanquiazul y del tricolor decidieron de última hora darle el “voto útil” al candidato de la coalición obradorista.
Ahora, en sus cuentas alegres para agandallarse las candidaturas de la primera fórmula al Senado –la de propietario y suplente, de mayoría relativa– y una diputación local para el ex alcalde porteño Fernando Yunes Márquez por el principio de Representación Proporcional o Plurinominal, el ex gobernador y sus hijos hicieron creer que por lo menos le aportarían a la coalición Fuerza y Corazón por Veracruz los mismos votos que habían obtenido hace seis años: un millón 400 mil, que sumados a los de Pepe Yunes y el PRD, podrían rebasar los dos millones, suficientes para arrebatarle la gubernatura a Morena.
Sin embargo, de acuerdo al Programa de Resultados Electorales Preliminares del INE –que hasta antenoche había capturado 162 mil 413 actas de escrutinio, de un total de 171 mil 676 (94.6043%)–, la fórmula de la coalición PAN-PRI-PRD encabezada por Miguel Ángel Yunes Márquez como candidato propietario y su padre como suplente, llevaba 987 mil 113 votos, equivalentes al 28.8463% del total; mientras que las morenistas Claudia Tello y Raquel Bonilla acumulaban 2 millones 068 mil 178 votos, que representan el 60.4382% de la votación total registrada hasta ese momento.
Por supuesto que con esto se comprueba, una vez más, que ninguna elección es similar a otra. Y eso va también para los morenos, quienes, en 2016, con Cuitláhuac García como candidato, perdieron primero los comicios de gobernador ante Yunes Linares, postulado por la alianza PAN-PRD, y luego, dos años después, García Jiménez venció al primogénito del ex mandatario panista.
¿Se recuperarán los Yunes de El Estero de esta aplastante derrota para buscar la gubernatura en 2030? Por lo pronto habrá que ver si el año próximo, ya con Rocío Nahle “en la plenitud del pinche poder” –como diría el ex gobernador priista Fidel Herrera Beltrán–, logran retener sus bastiones del puerto de Veracruz y Boca del Río en la sucesión municipal de 2025.
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