El camino de la Serpiente

Cuando se escriben estas líneas ya han pasado nueve años desde que nos dispusimos a caminar por cuarenta años siguiendo un sendero trazado por la memoria, el camino trazado por los primeros caminantes humanos ahora era la ruta de los que nos dejaron un legado trazado con sangre y polvo de estrellas. 

Para escribir nuestra propia historia caminamos, para honrar la de los que caminaron antes y para heredar el paso a los que viven después, se camina para acompañar al otro desde su diferencia y compartir la vida, eso era todo, no había otro objetivo, no había objetivo sino prolongar el camino y maximizar nuestra existencia con la imaginación como senda, y la expresión de ser acentuada ¡la vida se camina!.

Era de noche, el abuelo Tecpantecutli nos había preparado un temazcal para iniciar la vía.

 !Este es el temazcal de la serpiente, el otro es el de los niños y el que tengo preparado para ustedes no tiene nombre! Toda la expresión anterior parecía sacada de una realidad aparte, entramos al útero mientras aún estaba oscuro, cantos, calor intenso, olor a hierbas, se oye un tambor y una sonaja, la oscuridad es una fiesta, los caminantes amanecen con el Sol y dan los primeros pasos, esa fue la última vez que algunos de ellos jamás volvieron a ver al abuelo sembrador de temazcales, habría de trascender algunos años después a tocar su caracol en el Mictlán. 

Uno de los caminantes es un inválido, nació con los pies cóncavos y tiene once operaciones en cada pie lo que permite caminar medianamente normal, a cada paso siente que una espina se le clava en los pies y sin embargo camina sin presumir sus males como uno más, nadie presume sus males, otro de los caminantes ha recibido siete balazos en todo el cuerpo durante una masacre del crimen organizado en el norte de México y sobrevivió, hace unos momentos otro de los caminantes se fracturó la cadera en siete partes hace un par de días, caminan como un pez Koi nada contra corriente, para crecer.

¡Caminaremos sobre serpientes! Expresó el patizambo, el otro que había sobrevivido a la masacre y que tenía varías placas de metal rn algunas partes de su cuerpo donde antes había huesos rió en contubernio; salieron de Teotihuacán antes que el gallo cantara, caminaron tres días, cuatro y aún no llegaban a la base de la Malinche, el plan era conquistarla, al quinto día  de repente, como todo en esta vida, una imagen, una aparición?, Acaso una alucinación por el cansancio?, Al lado del camino una virgen María labrada sobre la roca de treinta metros de altura, de dónde había salido aquella escultura que parecía sacada de las manos de los que construyeron las pirámides? La visión era monumental, no era posible ignorar aquél oasis de piedra en medio del viento tremendo que soplaba a contrapelo. 

Entonces el cojo hizo algo que pareció lógico frente a esa realidad pero al mismo tiempo sacado de un cuento de niños, y de hecho así era, de repente, como todo en esta vida, comenzó a cantar una vieja canción que aparecía en los antiguos libros de texto gratuitos y que dice así ¡Que llueva, que lleva, la virgen de la cueva, que sí, que no, que caiga un chaparrón!, Todos cantaron, era muy contagioso y el contexto muy oportuno, al comenzar la tercera estrofa se sintieron unas primeras gotas, luego un goterío, tremenda lluvia y tormentón.

Entonces ocurrió que sí, caminamos sobre serpientes de agua, las palabras dichas desde el pasado heredado son ecos del futuro. 

Frijoles, huevos, café calientito, ese día pintaba verde y azul con olor a tierra mojada, otra vez el patichueco no podía dar un paso más, a veces no puede dar un paso más, entonces usa vendas, si no es suficiente para aliviar el dolor usa pastillas, luego usa el bastón, pero usualmente no usa nada ni dice nada de sus veintidós operaciones como nada dice de sus siete balazos ni de cuando le baila al sol por quince días, otro de los caminantes nada dice de sus penas de amor, otro rompe en llanto, otros ríen, otros están en un profundo estado de éxtasis, el camino es un espejo como al que se enfrentó Atreyu en la Historia Interminable en ese libro inolvidable de Michael Ende, dicen que las cosas no son lo que parecen, pero cuando estás entre caminantes de cepa las cosas son exactamente lo que parecen, somos a flor de piel la piel de la flor. 

La imaginación tiene más inferencia en la realidad de la que usualmente sospechamos, llegaron a Cholula, los envolvía en un anillo de misterio y el último rayo del sol parecía una burbuja que los guarnecía, así los recibía la pirámide, al paso cantos y sonidos de caracol, aroma de copal, saludo a las siete direcciones, vemos un gran árbol en la base de la magnífica pirámide, como si hubiera estado esperando el sueño para hacerse realidad frente al gran árbol cada uno de los caminantes ofrece la flor de su palabra, en el centro de este fuego brilla como un colibrí una idea, una realidad que se va creando paso a paso, los caminantes sueñan con el Renacimiento de México, caminan por sus padres, por sus hermanos, por sus compatriotas, por los que no pueden caminar y por los que han de venir, junto al gran árbol guardián los que dan pasos hacia ese destino siembran sus ímpetus, palabras tierra, palabras flor, palabras futuro, llega la noche y se viste de fiesta, entonces todo tiene sentido, el dolor, la sal del sudor y las lágrimas, las risas, las fallas, la fragilidad, la fuerza, todo, el camino y el caminante tienen sentido cuando todo baila, la próxima caminata será rumbo a la Malinche donde caminarían sobre serpientes de agua bajo la lluvia y donde la volcana temblaría a nuestra partida pero esa es otra Historia y debe ser contada en otra ocasión.