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Columna:

Caminata del Renacimiento Mexicano

El Ascenso a la Malinche

2021-04-04 | 02:39 p.m.
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Comenzaron a ascender a las 9:00 am, se habían deseado buen camino, la mamá de Colibrí, Doña Martha, su Tía Lupita, Doña Manuela y Don Berna, los papás de Azul, se quedaron en el albergue, acompañando a Colibrí, quien estaba a días de dar a luz a su pequeña hija, el esfuerzo de la montaña iba a ser demasiado fuerte.

La mayoría de los que subieron no eran montañistas, eran amateurs, algunos nunca habían subido una montaña, y menos tan majestuosa como la cuarta montaña mas alta de México, la Malinche, quien tiene de altitud 4461 msnm.  

Todos pidieron permiso antes de subir, hicieron una reverencia. Dos de los amateurs fueron Dorian e Itzel, a su vez fueron los dos grandes maestros que transmitieron los aprendizajes que recibieron de la montaña.  Por ejemplo Itzel, iba con tenis muy sencillos, nada propios para atravesar rocas, ocochales, lodasales,   llevaba un bolsa de mano como mochila de ataque, sin provisiones, solo una pequeña botella de agua, la cual no fue suficiente para todo el camino. A mitad del camino Itzel sentía casi desfallecer, el Dr Jorge Flores, le decía que la montaña la estaba limpiando y sanado que recibiera con amor esta curación. Eso la llenó de fortaleza, realmente sentía el trabajo sanador de la montaña.

Dorian se propuso subir solo mil metros, para después regresarse, puesto que ha sido operado veintidós veces de los pies,  debido a un amalgamación congénita. Cuando llegó a su meta propuesta, pidió a sus compañeros detenerse unos minutos a meditar, al termino de esos instantes compartió con sus compañeros que ascendería unos mil metros mas. Cabe destacar que a lo largo del ascenso de la montaña los paisajes y ecosistemas cambian drásticamente y parecía que a cada cambio de ecosistema Dorian transformaba su voluntad interna. Su calzado era unos “crocs”, siempre comentaba que eran los mas cómodos para caminar con los cuales sentía menos dolor.  Al llegar a los siguientes mil metros, Dorian se ahorró la meditación y al ver a su compañera Itzel, se llenó de fortaleza, puesto que ella también iba venciendo su propia fatiga, inclusive había comentado en varias ocasiones, que iba a regresarse.  Las palabras que entretejieron juntos en esos momentos, Itzel y Dorian, fueron muy hermosas. Por una parte Dorian le decía que se entregará a la montaña, el dolor y la fatiga era parte del trabajo y una vez que logrará estar en la cima viviría una satisfacción muy grande, el camino era una ofrenda amorosa para sí misma y para su propia voluntad.   Itzel respiraba profundamente y percibía el poder de esas palabras, continuaron juntos el camino, por otra parte Nenqui subía el fuego, limpiando, ofrendando, rezos, cantos, amor, cariño y su corazón rebozaba  de alegría, era quien iba sosteniendo el ascenso, su compañero Izipactli la secundaba con el caracol, invocando al abuelo viento, conectando a los distintos guardianes de los rumbos.  

Llegaron a lo arenales, y como regalo del cielo comenzó un brisa amorosa, suave, sutil, como caricias de hielo, solo duró unos instantes sin embargo sintieron que estaban siendo bien recibidos para dar sus mas fuertes pasos, los cuales iban a ser bastantes exigentes.  Los arenales tienen su técnica, si se sube sin técnica, al dar un paso se regresan tres, pero sí se sabe subir en inteligencia colectiva los pasos se hacen útiles y eficientes.  Así  trascendieron los arenales y atravesaron las rocas gigantes, y por fin llegaron hasta la cumbre.   Con solemnidad y peculiar alegría ofrendaron sus elementos a la montaña. Nenqui hizo un rezo muy especial, se percibía la voz de la montaña a través de su mirada y de sus cantos, Jorge Flores tocó su panhuehuetl, Dorian hondeaba la bandera de México e Itzel extendía los brazos desde esa cumbre, abrazando la belleza que también la abrazaba. 

(Continuará…)

M. Adriana Morales Ortiz, César Daniel Gonzáles Madruga,  Itzel Eugenia Morales Ortiz, Enrique Quezadas, Lupita García, Jorge Flores, Rafael Aluni, Izipactli Cardoso, Dorian Antuna

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