Esta semana comienza el año político que determinará la vida de México por los próximos treinta años.
El 1º de septiembre arranca el 5º año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador: será el cénit de su poder, cúspide que alcanzará en el momento que designe sucesor.
Antes, muchos asuntos deberán resolverse, todos centrales para el país.
La militarización de la seguridad pública, presente desde hace tres lustros, pretende perpetuarse violando la Constitución. Con ello, se cierra la puerta a un cambio de modelo para que permanezca el que ha traído una orgía de sangre y violencia en el país. Eso es lo que está en juego: la extensión de estos años lamentables y terribles.
A la par, Morena insistirá en la destrucción del INE para controlar las elecciones. No hay una muestra más clara del riesgo que corre la joven democracia mexicana. Morena quiere apoderarse del control de los procesos electorales para quedarse en el poder al precio que sea.
En este año se definirá el modelo económico nacional. El actual, vigente desde 1994, descansa en la apertura, la inserción global y una orientación exportadora. Su instrumento central es el TMEC. Ahora está en duda. Hay una voluntad manifiesta del presidente y su grupo de fieles más radicales para violar lo pactado. Apuesta riesgosa: la integración con Estados Unidos es profunda y amplia. Desanudarla puede desatar una crisis de proporciones mayúsculas.
Lo que definirá los meses por venir será, entonces, el tipo de país que tendremos en términos de seguridad, economía, democracia y libertad.
En este año, se definirán dos elecciones estatales. Una es central: la del Estado de México, con sus 17 millones de habitantes y una lista nominal que equivale a la acumulada de diez estados. Si Morena triunfa ahí, como es altamente probable, controlará al menos 23 gobiernos estatales, conformando un mapa de poder populista autoritario en la mayor parte del país.
En agosto, el gran elector, López Obrador definirá quien será candidato a la presidencia de la República por su partido. Optará por una persona. A las otras las desechará. Por eso acuñó el término denigrante de “corcholatas” para los aspirantes. Él las destapará. Una vez hecho eso, se entiende, serán inútiles. Grave simbología de lo que puede ocurrir.
Y, mientras tanto, las oposiciones y la sociedad tratarán de encontrar los mecanismos para frenar el deterioro y quizá, lograr construir un proyecto distinto de nación y encontrar liderazgos que hagan frente a esta destrucción masiva. Cada vez es más lejano, aunque cada día sea más urgente.
Comienza la cuenta regresiva.
Veremos a dónde nos conduce.
@fvazquezrig
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