Mariano Moreno Santa Rosa
Ego Me Absolvo
—No hablemos de la elección del pasado domingo como si hubiera sido una elección normal. Lo que vimos fue una elección de Estado descarada, vulgar y grosera. Les falló en Coahuila, el Estado de México se ganó mal. Por supuesto que Morena compró votos. Sin el dinero, no se explica que la gente haya salido a votar en masa por ellos. ¿Por qué lo harían, si no fuera por dinero? Tomemos nota de que estamos arriba del tren macuspano de la elección de Estado.
(El intelectual hace una pausa para dar paso a los aplausos del público que tiene enfrente. Los aplausos no se escuchan con la estridencia que el intelectual esperaba)
—Ni me hablen del gobernador Del Mazo. Nos dejó solos, no apoyó, no soltó. Ese traidor ni siquiera acompañó a su candidata en el cierre de campaña. No estoy diciendo que el destino hubiera cambiado con su sola presencia en el cierre, pero no se vale que los otros sí hicieran su elección de Estado. Aún así, nosotros no perdimos. Ahora resulta que tener menos votos que el rival es perder. Nosotros ganamos algo más importante que esa gubernatura rascuache. Que no vengan a llorar dentro de seis años cuando el Estado de México (ahora sí) se vuelva Venezuela. Allá ellos por haber votado a una candidata maloliente. El Presidente y Morena nos tienen miedo (Risas en el público). Por eso la elección de Estado. ¿Acaso no se nota? Están aterrados (más risas). ¿En dónde están los cuatrocientos puntos de diferencia con los que dijeron que nos ganarían la elección? ¡Sólo les alcanzó para nueve puntos! ¿No se supone que su maquinaria es indestructible? A ver, ¿por qué Morena solo gobierna en 22 estados del país y no en los 32 que hay? ¿No que muy chingones?
(Una voz, desde el público, le recuerda al intelectual la intervención del gobierno de Enrique Peña Nieto en la elección del Estado de México en 2017)
—Sí, hace seis años el gobierno de Peña Nieto puede que haya metido más dinero y recursos para no perder el Estado de México. Y se logró. Yo no considero que eso necesariamente haya estado mal. Recuerden que era necesario detener el populismo. Ahora también podemos detenerlo. Estamos mejor que nunca, la alianza sacó la misma cantidad de votos votos que el oficialismo, revisen las gráficas; a la oposición lo que le sobra es oxígeno. ¡Hay tiro para la elección presidencial! Yo les puedo asegurar que en un año...
(El reducido público que escucha a este intelectual comienza a hacer un recuento mental de todos sus pronósticos fallidos. Piensan, por ejemplo, en las veces que este intelectual aseguró que podían echar al Presidente en la revocación de mandato; o cuando afirmó que el dólar estaría a 30 pesos durante el gobierno de López Obrador; o la última, cuando aseguró que la elección en el Estado de México sería una contienda cerrada, y que el triunfo de la candidata del PRI era inminente.)
—No quiero justificar el resultado del domingo con una cantaleta de excusas viles. Sin embargo, es importante recalcar que Morena realizó una elección de Estado, que la gente no salió a votar, compraron votos, que hubo una elección de Estado, ese domingo hacía bastante calor, nos abandonó el gobernador, las encuestas amañadas, la gente es muy ignorante, probablemente ese día había futbol, ¿ya mencioné que hubo una elección de Estado?...
(El público, cada vez menor, escucha la repartición de culpas, que va desde el abstencionismo hasta la posición inquieta de los eclipses. Elección de Estado, recalca el intelectual, como si no hubiera sido escuchado las veces anteriores.)
—Para todos aquellos que exigen una autocrítica, claro que esta debe hacerse. Fue nuestro error no convencer a los ignorantes. Fue nuestro error no entusiasmar a los flojos, a los resentidos, a los huevones, a los pendejos. Hay que tomar nota, educarlos, y volver a meterlos en nuestro corral.
—En fin. No hay que desanimarse. La alianza está unida. La democracia está de nuestro lado. Todo puede suceder de aquí al día de la elección presidencial dentro de un año. Esta coalición aún puede dar muchas sorpresas, sorpresas que se filtran en las pesadillas de López y de sus huestes de Morena. Aún así, yo les quiero pedir que no se olvide que...¡arrasamos en Coahuila!
(Se escuchan unos contados aplausos)
—Hay tiro, señores. ¡Ánimo!
(Los aplausos dejan de escucharse. La sala entra de pronto en un fúnebre silencio)
El intelectual baja el micrófono, toma de su vaso de agua, se acomoda los lentes, observa por última vez a las cuatro o cinco personas que lo escuchan, y sale del salón sonriendo, optimista del futuro, convencido de su diagnóstico y del poder de su palabra. El público restante también abandona la sala, sin saber si a quien acababan de oír era a un político, o a un intelectual queriendo ser un político, o a un político que alguna vez, hace algún tiempo, llegó a ser un talentoso intelectual.
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