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De política y cosas peores

Distancias peligrosas

2020-05-09 | 09:36 a.m.
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¿Por qué los automóviles de muchas señoras, pregunta un chocarrero, tienen abolladuras y raspones en los costados?


Porque sus maridos les han dicho que esto -señalando con índice y pulgar un espacio de dos o tres centímetros- es 8 pulgadas.


En tratándose de distancias no sé cuál es la que media entre México y Venezuela. Creo, sin embargo, que cada día nos vamos acercando más a ese país. Poco a poco la distancia se va haciendo menos.


La marcada hostilidad con que López Obrador mira ahora a los empresarios -salvo deshonrosas excepciones- es ominoso augurio de un choque frontal entre el Gobierno y el sector privado semejante al que en la nación de Chávez y Maduro condujo a una crisis económica de proporcione graves. Seguramente los dirigentes de nuestras cúpulas empresariales advirtieron ya el error en que incurrieron al prestarse a servir de comparsas en las astracanadas de AMLO, como aquella tan tristemente célebre de los tamales con atole y los boletos para la rifa del avión.


No se trata de adoptar una actitud de confrontación con el Estado. Se trata, sí, de asumir el rol que a cada uno corresponde.


El de los representantes de la iniciativa privada es defender los intereses legítimos de sus agremiados, sin atacar al Gobierno, pero tampoco sin someterse dócilmente a él, pues esa claudicación va en demérito de la libertad de todos y atenta contra la integridad de la República al propiciar la entronización de un poder dictatorial.


Cuando se niega a recibir y escuchar a los empresarios AMLO está mostrando ya visos despóticos que en nada sirven al establecimiento de una sociedad armónica y de colaboración entre los diversos sectores que la forman. Eso es muy peligroso. Venezuela: poco a poco nos vamos acercando a ti.


Lord Feebledick regresó a su finca rural después de terminada la cacería de la zorra. Venía preguntándose por qué no había participado en ella lord Highrump, su convecino y antiguo camarada en el Quinto Regimiento de Calcuta.


Bien pronto tuvo la explicación de tal ausencia: el supuesto amigo estaba refocilándose con su mujer. Con la de Feebledick, quiero decir, no con la suya propia. “By, Jove, Highrump -preguntó con lastimera voz milord-. ¿Por qué me haces esto?”. Respondió el otro: “Old chap, a ti no te estoy haciendo nada”.


El joven Celerino acudió a la consulta del doctor Duerf, psiquiatra supereminente, y le dijo que tenía un problema grave de eyaculación prematura. Inquirió el célebre

analista: “¿En qué momento de la relación termina usted?”. Respondió el joven Celerino: “Entre ‘¿Cómo te llamas?’ y ‘¿De qué signo eres’?”.


Don Algón le dijo al empleado Ovonio, cuyo rendimiento laboral era sumamente escaso: “Voy a bajarle el sueldo”. “No se moleste, jefe -respondió el tal Ovonio-. Yo puedo subir por él”.


Cicaterio, agiotista desalmado, iba a hacer efectiva la hipoteca que pesaba sobre la casa de don Angelino, señor de buen corazón pero sin sentido práctico. Amenazó el villano: “Lo echaré a la calle con toda su familia, a menos que su bella hija Dulcimela acceda a pasar una noche conmigo”. “¡No! -clamó don Angelino con desesperación-.


¡Ella es una virgen pura, honesta y casta! ¡No puede pedirle que haga semejante sacrificio!”.

Apareció la joven, que había oído todo, y dijo con acento emocionado: “Acepto someterme a esa deshonra con tal de salvarte de la ruina, padre mío”.


Esa misma noche se cumplió el trato, y así quedó saldada la hipoteca. Al día siguiente la madre de Dulcimela le dijo, gemebunda, a su marido: “¡Qué sacrificio tan grande hizo nuestra hija por nosotros!”. “Ni tanto -replicó mohíno el genitor-.


Ya me preguntó si no hay una segunda hipoteca con algún otro acreedor”. FIN. 


MIRADOR.


Por Armando FUENTES AGUIRRE.


Soneto con deriva.


Una noche perdí mi último remo.


No sé cómo. Quizá ni lo tenía.


¿El otro dónde está? Lo ignoro. Temo


que a lo mejor lo llevo todavía.


Sin vela voy porque no busco extremo.


No llevo mapa ni compás me guía.


Mi barca, sin timón, es Polifemo


que en cualquier horizonte encuentra vía.


El norte de mi brújula está muerto,


y cadáver será mientras yo viva,


y dormirá porque yo estoy despierto.


Quiero seguir en este desconcierto.


No voy sin rumbo, no, que la deriva


es el rumbo mejor, es el más cierto.


AFA.


¡Hasta mañana!...


MANGANITAS.


Por AFA.


“.Inventan un aparato que le dice en voz alta al conductor cómo ir manejando.”.


Ese invento es poca cosa.


Se pasará de pazguato


el que compre un aparato


que hace lo que hace tu esposa.




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